Un bibliotecario premiado en EE.UU. Salmantinos sin fronteras
DGRATIS 20 de diciembre de 2019
“Para que nuestro trabajo sea eficaz y podamos establecer conexiones significativas con nuestra comunidad de usuarios, tenemos que conectar emocionalmente con ellos, escucharlos, observarlos y hacerles partícipes de la biblioteca. La biblioteca no es un solo un edificio con colecciones. La biblioteca somos todos”
Jesús Alonso Regalado no es un bibliotecario al uso. ¿Recuerdan aquel profesional que se escudaba tras un mostrador y que trataba con el usuario lo mínimo posible? Pues este salmantino, diplomado en Biblioteconomía y Documentación, y licenciado en Filología Hispánica, por la Universidad de Salamanca, no tiene nada que ver con esa vieja percepción sobre su gremio. Él es un bibliotecario adaptado a su tiempo. Una versión avanzada, si así lo prefieren. Y es que su labor, que desarrolla en la Universidad de Albany, se extiende mucho más allá de prestar libros a los alumnos. Dejemos que él mismo lo explique: “Actualmente, soy el bibliotecario especialista en lenguas romances, estudios latinoamericanos, e historia. Mi trabajo se centra fundamentalmente en desarrollar las colecciones, facilitar sesiones de educación de usuarios y apoyar a los profesores y alumnos con sus necesidades de información para sus investigaciones, enseñanza y aprendizaje.”
Horas de tiempo y esfuerzo que no han pasado desapercibidas para la Asociación Americana de Bibliotecas, entidad que acaba de convertirlo en uno de los ganadores del premio ‘Love My Librarian’ 2019. Este galardón, considerado como uno de los más importantes del sector en Estados Unidos, reconoce los logros de diez bibliotecarios excepcionales por su trabajo en centros públicos, escolares, comunitarios y universitarios del país. En esta edición, se enviaron más de 1.950 nominaciones.
“Recibir este premio, al que te nominan tus propios usuarios, es el mejor reconocimiento que me pueden dar como bibliotecario. Diariamente, ayudamos a millones de personas en todo el mundo, pero esta labor es, en gran medida, invisible a los ojos de la sociedad”, comenta.
En cuanto a la figura de estos profesionales en Estados Unidos, Jesús señala una diferencia principal con respecto a España: en muchas de las bibliotecas académicas estadounidenses también son docentes. “Tener ese estatus ayuda a que los profesores nos consideren como profesionales a su mismo nivel y permite que trabajemos en colaboración en sus investigaciones y sus cursos.”
Entre los motivos que se han tenido en cuenta para su nominación, ha destacado su interés por la integración de las nuevas tecnologías en su desempeño diario. “Es fundamental para poder realizar todas las funciones del bibliotecario, desde el conocimiento para la adquisición de libros electrónicos y vídeos en streaming, pasando por la alfabetización digital, y la comunicación con alumnos y profesores.” También aboga por un acceso gratuito a la información para todos los alumnos, independientemente de su poder adquisitivo. “Ahora mismo, estoy trabajando en un proyecto para facilitar el acceso abierto a una serie de recursos de investigación, generados por mi Universidad y una red de centros investigación sobre los latinos en EE.UU., especialmente en el Estado de Nueva York”, asegura. Con el objetivo de llevar los servicios bibliotecarios de apoyo a la investigación a los estudiantes, en el 2008, creó la iniciativa “Bibliotecario con un café con leche“. “Su puesta en marcha es sencilla y animo a otros compañeros a llevarla a cabo: solo es necesario un ordenador portátil, un café, un estudiante con necesidades de información y un bibliotecario con entusiasmo y ánimo de ayudar. La experiencia fue un éxito porque consiguió que nos pudiéramos acercar a todos aquellos que se sienten intimidados por la biblioteca. Cuando hablaban conmigo en torno a un café, muchos de ellos se animaban a entrar.”
“Para que nuestro trabajo sea eficaz y podamos establecer conexiones significativas con nuestra comunidad de usuarios, tenemos que conectar emocionalmente con ellos, escucharlos, observarlos y hacerles partícipes de la biblioteca. La biblioteca no es un solo un edificio con colecciones. La biblioteca somos todos”, añade.
En cuanto a la figura de estos profesionales en Estados Unidos, Jesús señala una diferencia principal con respecto a España: en muchas de las bibliotecas académicas estadounidenses también son docentes. “Tener ese estatus ayuda a que los profesores nos consideren como profesionales a su mismo nivel y permite que trabajemos en colaboración en sus investigaciones y sus cursos.” Veinte años después de dejar su ciudad natal gracias a una beca Fulbright, ha trabajado en las universidades de Pittsburgh, Notre Dame y en la División Hispánica de la Biblioteca del Congreso en Washington D.C., antes de asentarse en Albany. Sin embargo, su cariño hacia la capital del Tormes sigue intacto. “Espero que ahora los bibliotecarios españoles sean más reconocidos que hace unas décadas. Me gustaría destacar la labor de Julio Alonso Arévalo, en la Facultad de Traducción y Documentación de la Universidad de Salamanca, un profesional reconocido en todo el mundo y del que tanto he aprendido; y la de Eduardo Hernández Pérez, excelente guía de la Biblioteca Histórica”.
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FUENTE: JULIO ALONSO ARÉVALO