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En la zona donde se encuentra el centro cultural más valorado de la región se llegó a exhumar a más de 400 víctimas de la guerra y la posguerra
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— El Monasterio de Uclés se abre paso como “insignia” cultural en Castilla-La Mancha
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El monasterio de Uclés, ahora uno de los centros culturales más reconocidos de Castilla-La Mancha, fue primero hospital y luego, prisión durante los años de la posguerra. Más de 400 personas resultaron víctimas de la guerra y de la represión franquista en la zona. La Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica ha organizado este sábado un homenaje en forma de ofrenda floral y actuación del cantautor Juanjo Anaya en el nuevo cementerio. “Nos reuniremos para recordar lo que algunos quieren silenciado y honrar la memoria y la dignidad de estas víctimas”, recalcan desde la ARMH.
En la localidad conquense, una de las más importantes en el camino entre Madrid y Valencia durante la Guerra Civil, reposan víctimas de hasta 27 provincias: desde Cádiz hasta Tarragona. También se han identificado víctimas de la victoria franquista de más de 100 pueblos de la provincia de Cuenca y Colmenar Viejo. “El monasterio de Uclés se queda vacío tras el golpe de estado y lo ocupan como cuartel de tropa unidades que iban y venían. En octubre se instala la Columna del Rosal, en concreto su artillería, y están ahí varios meses”, explica Máximo Molina de ARMH Cuenca.
Entonces lo que era uno de los monasterios más importantes de la Orden de Santiago comienza a funcionar como hospital de la guerra. Un hospital, que se convertiría en uno de los más grandes de la zona. Uclés, a pocos kilómetros de Tarancón, tiene una localización estratégica y de los más amplios de la zona. Funciona como primera retaguardia de la evacuación de heridos del frente de la Batalla de Madrid en octubre de 1937, y también de otras batallas como la del Jarama.
De pacientes a prisioneros
En el cementerio del hospital fueron también enterrados, aparte de los cientos de soldados de distintas provincias, las víctimas de los bombardeos aéreos que sufrió la localidad de Tarancón. Sin embargo, ya con la entrada de las tropas franquistas se convirtió en un campo de concentración y paulatinamente en prisión central, que funcionó hasta diciembre de 1943. Fue en La Tahona donde se realizaron los enterramientos de los prisioneros, conocido así porque hubo un horno de pan.
“Cuando acaba la guerra, los soldados que no se pueden ir pasan de ser pacientes a ser prisioneros. Se detiene a todo el personal médico, incluso una inglesa de Manchester que se negó a retirarse del lugar. Incluso se detuvo al primer gestor del ayuntamiento de Uclés, José María Ginés Ferrer, un médico que fue el gestor del lugar en los primeros días tras el fin de la guerra”, explica Molina. Uclés fue una “gran prisión para acumular presos”. “Antes de eso lo que había eran prisiones de partido judicial”, señala. También hay “débiles” noticias de que fue un campo de concentración.