Muere a los 63 años el ex ministro José Guirao, la elegancia de amar la cultura

El almeriense fallece a causa de un cáncer a los 63 años. Fue director del Museo Reina Sofía, de La Casa Encendida, de la Fundación Montemadrid y en 2018 Pedro Sánchez lo designó ministro de Cultura

José Guirao en el que fuera su despacho del Ministerio de Cultura en 2018.ALBERTO DI LOLLI

Si en política fuese habitual la elegancia que él desprendía confiaríamos de otro modo en la política. José Guirao (Pulpí, Almería, 1959) fue el último ministro de Cultura con motivos para serlo en el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Es más: puede que José Guirao -Pepe para el mundo- haya sido el mejor de los representantes de esa cartera en la última década, por dejar el asunto cerca de un número redondo. Se había afianzado en la política cultural por el cuidado de dos mujeres: Carmen Calvo y Carmen Alborch.

José Guirao ha muerto en la madrugada del domingo al lunes en Madrid debido a un cáncer que le fue diagnosticado en marzo de 2021.

De los profesionales del sector cultural (signifique eso lo que signifique), Guirao estaba entre los de trayecto mejor hecho. Desde la licenciatura en Filología Hispánica en la Universidad de Murcia hasta el primer Gobierno socialista de Sánchez, no se apartó del camino de la gestión en asuntos de cultura. El arte fue el lugar donde mejor hizo nido, pero le interesó todo. Exactamente todo.

En un obituario no pueden faltar datos. Aquí van: de 1983 a 1987 fue el responsable de Cultura de la Diputación de Almería. En 1988 ocupó el cargo de director general de Bienes Culturales en la Junta de Andalucía y puso en marcha el proyecto del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico. De Sevilla pasó a Madrid, donde durante un año fue director de Bellas Artes y Archivos del Ministerio de Cultura. Y en 1994 lo nombran director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Fue el encargado de licitar la ampliación del museo, proyecto que ganó el arquitecto francés Jean Nouvel. También ocurrió en su tiempo de director el rocambolesco extravío de la escultura de 38 toneladas del artista Richard Serra. La pieza sigue en paradero desconocido.

En 2001 tomó el timón de La Casa Encendida, espacio social y cultural de referencia en Madrid al cuidado (hoy) de la Fundación Montemadrid, de la que fue director general, lugar de que volvió cuando fue destituido como ministro de Cultura, después de un año de gestión. Lo nombraron el 13 de junio de 2018. José Guirao ha sido, además, patrono de la Fundación Federico García Lorca, de la Fundación Antonio Gala y de la Fundación Museo del Grabado Español Contemporáneo de Marbella.

Pero más allá de datos y expediente, José Guirao dinamizó a su manera cuanto intervino con unos modales de hombre hecho a no perder las batallas que importan y a no malversarse en debates baldíos. Igual para su oficio en la administración que para articular exposiciones. Conocía la mecánica del diálogo. Sabía desplegar su mercancía con audacia. Esquivaba la petulancia. Defendía el hedonismo. Creía en la responsabilidad de la política para mejorar el ámbito de lo público. Y sabía que haber nacido en su pueblo lo hacía más mundano: “Yo soy de pueblo, pero puedo decir que la cultura de Pulpí, donde nací, es absolutamente cosmopolita, un lugar de gente muy abierta, con sentido de la ironía. Y no me refiero al tópico de la gracia andaluza, sino a algo más profundo”.

Capaz de revocar el lento desguace adivinado, Guirao sabe bien que la Cultura es vida que anima a dudar, que impulsa a no plegarse, que prefiere descreer, que propone otra forma de descifrar la realidad, más allá de cuatro palos ideológicos para sostener malamente la uralita. Del Ministerio de Cultura lo desalojaron pronto. Iba demasiado en serio para un puesto al que se va a hacer pasillos y no enredar demasiado. (A las pruebas les remito). Poco más de un año después de su nombramiento, Pedro Sánchez lo destituyó y esa impericia aún se nota.

Había trabajado con entusiasmo en proyectos que no pudo sacar por entero adelante, como la nueva Ley de Mecenazgo. Desde Semprún y Solé Tura, a finales del siglo pasado, pocos ministros de Cultura tuvieron tanto vínculo con la cartera que representaban. No conviene olvidar que por el mismo ministerio pasaron, por deseo del PP, Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre. Y por cosas del PSOE, Rodríguez Uribes y ahora Miquel Iceta. ‘E la nave va’.

La inexplicable destitución que Sánchez aplicó a Guirao fue más que un atropello. Fue un síntoma de algo que hasta entonces se había mal disimulado: al presidente tampoco le importa la cultura. Incluso le estorba. Más o menos, lo de siempre. A Guirao le dañó aquella salida estúpida a la que lo empujaron. Pero supo seguir sin perder el compás y con el talento de quien entiende que el mundo es un reparto se mezquindades, mayormente, dispensadas por mezquinos y no conviene olvidar ese peaje.

De regreso a la Fundación Montemadrid, último refugio, volvió a dinamizar su parcela de mundo. Y aceptó, cuando el cáncer asomaba de nuevo, el ochomil de coordinar los actos del 50° aniversario de la muerte de Picasso, en 2023. Una tarea proteica entre España y Francia. No verá concretada esta aventura. Pero pudo imaginarla. La enfermedad le forzó en abril a abandonar la dirección general de la fundación (fue sustituido por Amaya de Miguel).

José Guirao también quiso a flamencos y a poetas. Se le daban bien los excesivos. Igual Juan Goytisolo que José Ángel Valente, a quienes enamoró de Almería. Allí regresa. A ese mismo mar por su lado más puro.

Su cuerpo será velado a partir de las 16 h en el tanatorio San Isidro de Madrid, donde mañana será incinerado.

FUENTE: https://www.elmundo.es/cultura/2022/07/11/62c458fefdddff98478b45b2.html

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