MALESTAR EN LAS BIBLIOTECAS DE MADRID POR LA SUSPENSIÓN DE LOS CLUBS DE LECTURA

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Las bibliotecas públicas municipales de la Comunidad de Madrid ven peligrar sus clubs de lectura.

 

 

 

 

Es común que en cada biblioteca se creen clubs de lectura; éstos no son otra cosa, en un principio, que grupos de lectores que se reúnen habitualmente para leer, comentar y analizar los libros que son de su interés, pero los clubs son mucho más; son una forma de socializar, una manera de compartir un modelo de convivencia. Eso quedó muy claro en el reciente encuentro de clubs de lectura celebrado en la Casa del Lector (Fundación Germán Sánchez Ruipérez) en el Matadero de Madrid; en ese encuentro, además, quedó muy patente el alto nivel de trabajo y de compromiso de los profesionales de las bibliotecas de pueblos y ciudades de la provincia de Madrid.

 

 

Las bibliotecas vienen aportando el lugar de encuentro (a veces los clubs son externos y se reúnen en asociaciones o centros educativos) los libros y desde luego el trabajo de sus profesionales bibliotecarios.

 

En ocasiones no es fácil disponer de 20 ó 25 ejemplares de un mismo título, por lo que es preciso buscar fórmulas.

 

La Comunidad de Madrid optó por la externalización del servicio: una empresa privada, con libros adquiridos con los fondos públicos, se encarga de la distribución de las colecciones.

 

Sin duda hay otros modelos; en unos casos la distribución la hacen los servicios de bibliobuses; en ocasiones como en Cataluña se hacen, como el préstamo interbibliotecario, a través de la balija de alguna caja de ahorros (La Caixa). Claro que ¡cualquiera le encomienda ahora a Bankia esta tarea!.

 

La Comunidad de Madrid ha optado nuevamente por lo más fácil, que desde luego en esta ocasión tampoco es lo mejor.

 

Tras la privatización, el siguiente paso es la suspensión temporal del servicio y quizá, tras esa, la definitiva.

 

Ya no sorprende la forma de actuar de la Comunidad de Madrid pues es siempre la misma: una política de hechos consumados. Esto es lo que vivimos cuando suprimieron las actividades y talleres (privatizados) en las bibliotecas populares, lo que hicieron con el programa “Biblioteca Abierta” y con alguno otro más de “felice memoria”.

 

Si la Comunidad de Madrid pone en manos del Ayuntamiento de la capital su red de Bibliotecas Públicas Populares, a parte de la Biblioteca Regional ¿qué le quedará?.

 

Parece claro que lo que le queda es la importantísima tarea de coordinación entre los centros que integran el sistema.

 

Le queda, precisamente, aquello que le da esencia, lo que en el futuro puede justificar su pervivencia. Hay muchas voces que claman que habiendo comunidades autónomas no son necesarias las diputaciones provinciales y ponen como ejemplo a las comunidades uniprovinciales como la de Madrid.

 

Pues bien, resulta que este es un ejemplo de todo lo contrario, de cómo una Comunidad Autónoma no asume en ocasiones las tareas de las Diputaciones, que básicamente son coordinar a los ayuntamientos y prestar los servicios a todos ellos.

 

La Comunidad de Madrid en materia bibliotecaria tiene ante sí una gran tarea pendiente:

 

      Promulgación de una nueva ley de bibliotecas puesto que tiene asumida la función legislativa en esta materia. Téngase en consideración que la Ley de Bibliotecas de la Comunidad de Madrid es de 1989, es decir anterior a todo el avance tecnológico que tanto ha influido recientemente en el mundo bibliotecario con la implantación de internet.

 

      Del desarrollo de la Ley dimanan unos convenios con cada municipio que conforme han ido venciendo, no se han renovado, considerándose, por lo tanto, que están carentes de fuerza jurídica.

 

      En esos convenios se establecen unos compromisos de inversión en incremento de fondos bibliográficos que a día de hoy podemos asegurar que nadie cumpla.

 

      Con el transcurso de los años se han ido creando programas como el “Libro Solidario”, “Biblioteca Abierta”, “Bibliotecas por la Convivencia”, en todos los cuales los profesionales de los municipios han puesto todo su empeño, lo que no ha sido suficiente a los ojos de los directivos de la Comunidad de Madrid quiénes no han dudado ni un solo momento en clausurar todos los programas sin ni siquiera dirigir a las bibliotecarias y bibliotecarios municipales un mensaje de gratitud y de disculpa.

 

Ahora le toca el turno al programa de Clubs de Lectura que tiene todas las posibilidades a pasar a mejor vida; esperamos que estén a tiempo de rectificar.

 

Esos programas finiquitados son lo que justifican la existencia de toda una estructura administrativa en la Comunidad de Madrid.

 

En otras comunidades autónomas se llevan a cabo verdaderos proyectos comunitarios como algunos que se pueden enumerar:

 

              adquisición mancomunada de libros

 

              adquisición mancomunada de publicaciones privadas

 

              suscripción mancomunada de revistas digitales

 

              carnet único para todas las bibliotecas de la red

 

              servicios de préstamos interbibliotecario

 

              colecciones viajeras para exposiciones monográficas u otras actividades

 

              adquisición mancomunada de licencias corporativas de las aplicaciones informáticas en uso

 

Si se acometieren estos proyectos, más la actualización de leyes, convenios y reglamentos, el panorama sería otro bien distinto; pero no.

 

El modelo “La Suma de Todos” consisten en la verticalidad más absoluta en la toma de decisiones.

 

Ni se consulta a los profesionales de los municipios ni, según parece, se consulta a los responsables políticos de los mismos, ni individualmente, ni de manera mancomunada (por ejemplo a través de la Federación Madrileña de Municipios).

 

Por lo que se refiere a las jornadas, los encuentros y los ciclos de formación, se pueden considerar que ha tiempo fenecieron.

 

La Ley de Bases de Régimen Local establece que los municipios de más de 5.000 habitantes tienen la obligación de mantener un servicio de bibliotecas; tiene que ser la Comunidad de Madrid quién mediante una ley actualizada de bibliotecas fije los pormenores de cómo ha de ser ese servicio, y lo ha de hacer conforme a las convenciones internacionales fijadas en las pautas de la IFLA (Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecas) y las recomendaciones de UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).

 

Solo así las bibliotecas serán lo que están llamadas a ser: la primera célula básica del desarrollo y la promoción cultural de las sociedades. Solo así las bibliotecas cumplirían su papel socializador, su importante función de eliminadores de la brecha digital.

 

Los profesionales de las bibliotecas municipales ven con preocupación esta actuación de la Comunidad de Madrid; los usuarios de los clubes de lectura viven con alarma este nuevo ataque a la cultura por parte de las instituciones creadas para defenderla.

 

 

Fdo.: José Mª Nogales.

Vicepresidente de ANABAD.

 

 

 

 

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