La media vida en el archivo de Joan Boadas

Tras 33 años al frente del Servei de Gestió Documental, Arxius i Publicacions del Ayuntamiento de Girona,  ha puesto punto final a su trayectoria laboral.

Cuenta Joan Boadas que hay tres tipos de archiveros. Están los que hacen que las cosas pasen; los que ven pasar las cosas y finalmente los que preguntan qué ha ocurrido. Boadas, que el 31 de diciembre puso punto final a una trayectoria de 33 años al frente del Servei de Gestió Documental, Arxius i Publicacions de l’Ajuntament de Girona formaría parte de la primera categoría.

Su gran intuición y audacia al tomar decisiones le hizo prever en la década de 1990 que el futuro de los archivos pasaría por la digitalización. Empezó así un proceso que suma y sigue y que ha permitido a la ciudadanía disponer de 3,2 millones de páginas de prensa escrita digitalizadas; 20.000 horas de televisión y radio en línea y 900.000 fotografías, entre otros documentos.

Los requisitos de un buen archivero

La vocación de servicio, el rigor, la ambición profesional o la voluntad para seguir aprendiendo

Boadas nació en Riudellots de la Selva en 1957, en el seno de una familia de restauradores con gran vocación de servicio, un requisito, dice, indispensable para ser buen archivero. Le siguen otros tan o igual de importantes: el rigor, ambición profesional o voluntad para aprender han formado parte del ADN de Boadas desde que en febrero de 1990 pisó por primera vez la que acabaría siendo su segunda casa.

Lo que se encontró dista mucho de lo que ha acabado dejando. “Era un archivo convencional que gestionaba papeles y pergaminos, pero dinámico gracias a la labor del entonces archivero; cuando entré había un solo técnico superior, y ahora son una quincena”, explica.

Alberga documentos de todo tipo: pergaminos, documentos administrativos, fondos particulares de colecciones, empresas, instituciones y particulares… El más antiguo conservado es un pergamino del año 1075 de un fondo privado.

Explica Boadas que “tan importante es este documento como la instancia que hoy entra en el Ayuntamiento; será el paso del tiempo el que decidirá cuáles tienen valor histórico y cuáles no”. No es extraño pues, que diga que la profesión de archivero está más vinculada al futuro que al pasado.

Premiado con el ‘Nobel’ de la archivística

Como colofón a su trayectoria, recibió hace unos meses dos de los premios más importantes del mundo en archivística

“Una sociedad sin depósitos de memoria sería incapaz no solo de recordar su pasado, sino de imaginar su futuro”, remacha, que destaca que otra de las funciones de quien trabaja en un archivo es eliminar documentos que ya no tienen validez: ha hecho desaparecer 4 kilómetros.

Entre las joyas de la corona del archivo, destaca los libros de actas del Ayuntamiento entre 1345 y 2022, que permite reseguir la evolución de la institución en estos 700 años; el libro del Sindicat Remença de 1448, un documento equiparable al primer precedente de los sindicatos de la época contemporánea y que en 2013 la Unesco aprobó su inscripción en el Registro de Memoria del Mundo.

También tiene el archivo audiovisual y sonoro del Tribunal de Reclamaciones Nucleares de la República de las Islas Marshall, objeto entre 1946 y 1958 de pruebas nucleares por parte de EUA.

Boadas cierra esta etapa con dos premios de altura. En septiembre recogió en Roma el Emmett Leahy, considerado el Nobel de la archivística. Creado en 1965 como reconocimiento al espíritu de innovación, dedicación y excelencia en la gestión de documentos e información, solo lo habían conseguido cinco europeos.

También recibió el Fellow of the ICA, el máximo galardón del Consejo Internacional de Archivos. Dos galardones que asegura que no esperaba y que ponen el broche de oro a una etapa “que me ha hecho muy feliz”. Planes no le van a faltar: conferencias en Alcalá de Henares y Canarias, libros para escribir… Aunque a otro ritmo.

FUENTE: LA VANGUARDIA

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