La galaxia Gutenberg no se rinde
Crece la venta de libros en soporte papel, frente a la presencia amenazante de los e-books. Una polémica no cerrada. Las advertencias de McLuhan. “Internet nos devuelve a la era alfabética”, dice Eco. Testimonio de un novelista platense
18 de Octubre de 2015 | 00:55
Por MARCELO ORTALE
Recientes investigaciones publicadas en la Argentina y en otros países
anuncian un resurgimiento del libro de papel, cuyas ventas vuelven a
crecer en detrimento de los denominados e-books o libros digitales.
Las profecías de hace tres o cuatro décadas aseguraban la
presencia de un tipo distinto de lectores, masivamente volcados a
las pantallas, pero el vaticinio no se cumple sino en forma muy
parcial. O está en suspenso según otras voces, que insisten en la
inevitable y futura desaparición del soporte papel, quitándole
dramatismo a esta alternativa que sólo sería, dicen, instrumental.
La idea de esta evolución –o de esta revolución- había prendido en la
década del 60, cuando el filósofo canadiense Marshall McLuhan advirtió
que se encontraba en peligro la cultura alfabética, avasallada por el auge
de la televisión y los medios electrónicos.
Había entrado en crisis lo que él denominaba la galaxia Gutenberg –es decir
el mundo nacido de la imprenta y anclado a ella- frente a la explosión tecnológica
que desembocaría en la maravilla de Internet. Esos dos mundos enfrentados
planteaban, en su opinión, la principal y más candente crisis de nuestro tiempo.
Un choque entre la generación del hijo digital con la del padre alfabético.
Hace pocos días la periodista free-lance Natalia Gelós publicó en La Nación un
exhaustivo informe sobre el panorama actual que presenta ese enfrentamiento.
Destacó que hace años se había anunciado algo así como el apocalipsis del libro
en papel y que los lectores se comportarían como “manadas desbocadas”,
lanzándose hacia los libros digitales, olvidando para siempre la idea de tener
una biblioteca material, de las flores secas y papelitos que quedan guardados
en los libros.
Y que esa premonición alcanzó a cumplirse cuando el mercado editorial de los
Estados Unidos apostó sus más fuertes fichas a lo electrónico. En esa tendencia
se creía ver, en definitiva, el ocaso de la comunicación escrita.
“Pero algo pasó –dice Gelós-. Como si en el último round, el cuerpo del viejo
boxeador sobre la lona empezara a agitarse y a dar pelea otra vez. Este año,
las ventas de libros digitales disminuyeron en Estados Unidos y empezaron a
inaugurarse más librerías tradicionales”.
Añadió que “este año la Asociación Americana de Editores informó que en los
primeros cinco meses de 2015 la venta de libros digitales disminuyó un 10%.
En la otra vereda, desde la Asociación de Libreros Americanos contaron unas
1712 tiendas activas en 2015, unas trescientas más que hace cinco años. En
especial las librerías independientes fueron las beneficiadas”.
En el mundo hispano –agrega- “el fantasma del libro digital que devora libros
de papel se ve inofensivo”.
EL NUEVO PODER
Conviene recordar que hace décadas McLuhan –que se expresaba básicamente
a través de libros en papel, todos ellos best sellers, aunque sostuvo numerosas
conferencias y entrevistas por televisión- no postulaba la muerte del libro sino
que alzó su voz para señalar el enorme poder del nuevo medio. Se conoció,
incluso, que en su vida privada aconsejaba no entregarse a la TV, hasta tal
punto que le pidió a su hijo que no permitiera que sus nietos la vieran.
McLuhan no postulaba la muerte del libro sino que
alzó su voz para señalar el enorme poder del nuevo
medio.
En una de sus obras, comparó la oferta de la lectura con la de un medio
audiovisual. En la del libro, decía, la cámara productora de imágenes, el
estudio de filmación, se encuentra en el interior del lector.
Todo aquel que había leído a Salgari, debía imaginar –es decir ser él mismo
el productor de las imágenes- para proyectar en la pantalla de su cerebro,
por ejemplo, los paisajes de los Mares del Sur surcados por piratas. En
cambio, al que se manejaba con la TV, le entregaban las imágenes envasadas
de ese lugar, filmadas afuera, anulándole toda operación creativa en ese
sentido. La goleta Tiki de la serie de televisión era consumida como imagen
enlatada, no creada en el interior del lector.
Desde luego que las teorías de McLuhan excedieron estas cuestiones,
aunque una buena síntesis de la obra de quien fue llamado el filósofo de
los medios de comunicación, es la de que acuñó el término “aldea global”,
para describir así la instantánea interconexión humana a escala mundial
que generan los medios electrónicos de comunicación. Los nuevos
“brujos de la aldea” –de la aldea humana que viajaba hacia una
suerte de inocencia prealfabética, basada en la comunicación oral-
serían quienes manejarían esas redes.
UMBERTO ECO
En muchas ocasiones Umberto Eco abordó la cuestión y el dilema del libro
en papel. Al ser entrevistado por el escritor y actor francés, Jean Claude
Carriére, responde así al interrogante sobre la suerte del libro, una vez que
apareció Internet:
“Escribí sobre este tema hace tiempo, es decir, cuando la pregunta parecía
pertinente. A estas alturas, cada vez que alguien me pide que me pronuncie
al respecto, no puedo sino repetir el mismo texto. En cualquier caso, nadie
se da cuenta de que me repito, porque no hay nada más inédito que lo que
ya se ha publicado y, además, porque la opinión pública (o por lo menos los
periodistas) tienen siempre la idea fija de que el libro desaparecerá (o quizá
los periodistas piensan que son los lectores los que tienen la idea fija) y
todos formulan incansablemente la misma pregunta.
Eco sostiene que el ordenador nos ha vuelto a introducir
en la galaxia Gutenberg y todos se ven de nuevo obligados
a leer”.
Eco agregó que “con Internet hemos vuelto a la era alfabética. Si alguna vez
pensamos que habíamos entrado en la civilización de las imágenes, pues bien,
el ordenador nos ha vuelto a introducir en la galaxia Gutenberg y todos se ven
de nuevo obligados a leer”.
“Para leer es necesario un soporte. Este soporte no puede ser únicamente el
ordenador. ¡Pasémonos dos horas leyendo una novela en el ordenador y
nuestros ojos se convertirán en dos pelotas de tenis! En casa, tengo unas gafas
Polaroid que me permiten proteger los ojos de las molestias de una lectura
constante en pantalla, pero no es una solución suficiente. Además, el ordenador
depende de la electricidad y no te permite leer en la bañera, ni tumbado de
costado en la cama. El libro es, a fin de cuentas, un instrumento más flexible”,
agregó.
JOSE SUPERA
El joven escritor platense, José Supera, con cuatro novelas publicadas, la última
de ellas “Limpiavidrios” –que también se puede conseguir en formato virtual-
dijo creer que “el tema de papel o no papel, es una cuestión más que nada
generacional. Yo los libros que disfruto, son los que vienen en papel, pero es
verdad que no nací en una generación dominada por las pantallas. Habría que
volver a discutir este tema en 50 años, cuando los sub 20 de hoy, tengan 70”
Sostuvo luego que “desde el punto de vista del escritor, discutir formatos, si el
olor del papel, si la textura de las hojas, etcétera, etcétera, es un discusión que
me tiene un poco cansado y creo que cuando discuto no me pongo de acuerdo
con nadie. Se trata de formatos: la obra de un escritor será buena tanto escrita
en la arena como en una hoja o en una pared”.
“Soy del papel –añadió-. Pero vengo de una generación que conoció las dos
mitades de este mundo de papel versus no papel. Elijo el papel, como elijo el
helado de menta granizada cuando voy a la heladería. Son elecciones.
Discutamos con qué ingredientes está hecho ese helado, si tiene el mismo
gusto que todos los helados, o es un helado único, irrepetible: no discutamos
si lo tomamos en cucurucho, vasito o directamente del pote de telgopor”.
LOS COSTOS, LA LIBERTAD
Subsisten muchas cuestiones en torno al soporte ideal para los libros.
El del papel supone costos industriales, ecológicos y de distribución
gigantescos. Y costos también, muy considerables, para los bolsillos de
los lectores. Son infinitamente menores los de los e-books.
Pero la manualidad, lo que Eco denomina la flexibilidad de los libros en
soporte
papel, no la tienen las pantallas. Con el libro en papel se entabla con el lector
una relación de libertad y soledad absolutas, una autonomía única, casi de tipo
físico, que constituye un difícil desafío para la oferta abierta de los e-books.
En la columna Enfoques de este diario, en abril de 2010, Alvaro Vargas Llosa
escribió un texto que parece comprensivo y unificador: “Cuando los romanos
reemplazaron los papiros y pergaminos con los códices, hubo sin duda quienes
tomaron el nuevo dispositivo como un insulto cultural. Cuando la imprenta
sustituyó a la piel de becerro y la tinta de aceite, tuvo que haber bramidos
nostálgicos. El temor actual es comprensible. Pero es egoísta por parte de
quienes preferimos los libros impresos denostar lo que será el imán más
potente para la imaginación de nuevos lectores en muchísimo tiempo”.
Fuente: EL DÍA