Estimadas y estimados miembros,
La primera frase que leemos al visitar el sitio web del ICOM es: «Los museos no tienen fronteras, tienen una red».
Esta frase, aparentemente simple, nos lleva a numerosas reflexiones. Las fronteras son las líneas que definen el territorio de una nación y es en este sentido que decimos «cruzar la frontera». Las fronteras son líneas arbitrarias que han surgido de la historia, de intercambios y tratados que han puesto fin a guerras incluso en épocas muy lejanas. Dentro de sus propias fronteras, los ciudadanos respetan un sistema de leyes que es característico de su realidad y que puede diferir de un estado a otro. Para definir el relativismo de la ley, Michel de Montaigne dijo que lo que es verdad en este lado de los Alpes puede no serlo en el otro. Al mismo tiempo, se podría decir que hay reglas morales que todas las personas aceptan, independientemente de su pertenencia nacional. Las reglas morales han surgido de los preceptos de las grandes religiones del mundo. De este modo, para el budismo y el cristianismo, la vida humana es un valor absoluto y, por lo tanto, sagrada. Sin embargo, incluso esta regla aparentemente universal es contradicha por países que, ante delitos muy graves, imponen la pena de muerte.
Decir que los museos no tienen fronteras es, por lo tanto, afirmar que existen reglas supranacionales que solo tienen sentido si todos los museos las aceptan. ¿Cuáles son estas reglas universales? ¿Y cómo es posible que se apliquen en todo el mundo? Y de nuevo, ¿cuál es la relación entre las leyes nacionales que tienen valor legal y prevén castigos para quienes las infringen, y las normas que establece el ICOM?
Para hablar de una red de museos, es esencial contar con un código de deontología compartido.
El ICOM no tiene poder coercitivo, pero los museos desempeñan un papel único en la presentación de cuestiones globales urgentes como el cambio climático y la justicia social. Los museos tienen una fuerza moral extraordinaria si trabajan a través de la comunidad museística mundial. Para que este poder sea sólido, es esencial que se base en reglas compartidas a través de un enfoque de abajo hacia arriba. Este es el propósito de la revisión del Código de Deontología del ICOM, a la que se invita a todos los miembros a participar. Su contribución es esencial para dar fuerza a las reglas morales que inspiran las acciones de los museos. Entre todos, los museos pueden ser una fuerza transformadora; entre todos, pueden defender la diversidad, la inclusión y la paz.
La Junta directiva del ICOM está formada por 16 maravillosos miembros, todos de diferentes países, que representan a todas las regiones. Nuestro trabajo, a veces complejo, pero enormemente enriquecedor, consiste en aunar nuestras diferentes perspectivas, debatir y buscar consensos en beneficio del ICOM. Encontrará más información sobre nuestras reuniones y decisiones en el espacio para miembros del ICOM.
Saludos cordiales,
Emma Nardi
Presidenta del ICOM