La pieza fue encontrada en el interior de las Murallas Reales de Ceuta
Una excavaciones arqueológicas que se realizan en el interior de las Murallas Reales de Ceuta han dejado por primera vez al descubierto un ánfora del siglo I con una inscripción que representa un tipo de letrero que ofrecía información a los consumidores sobre el producto que contenían las ánforas.
Según ha informado el Gobierno ceutí en un comunicado, el descubrimiento ha sido realizado por los expertos de la Universidad de Cádiz que han finalizado los trabajos de campo desarrollados en las últimas semanas en el Baluarte de la Bandera.
Se ha identificado el primer ‘titulus pictus’ en Ceuta hasta el momento,
Fruto de esas excavaciones, han sido muchas las novedades de interés para la historia ceutí, entre ellas, la documentación varios tramos de murallas de distinta cronología (romanas, bizantinas y omeyas) junto a evidencias de un seísmo de época bajoimperial.
Concluidas estas tareas, se ha iniciado ahora una nueva fase de investigación centrada en la limpieza, clasificación y estudio de los materiales recuperados que comienzan a aportar datos de gran importancia para la comprensión de las distintas actividades llevadas a cabo en este lugar.
Como consecuencia de esa labor, se ha identificado, tras la limpieza y consolidación de uno de los fragmentos de ánforas recuperados, de un “titulus pictus”, el primero localizado en Ceuta hasta el momento. “Un hallazgo significativo, especialmente si se tiene en cuenta la amplia colección de ánforas recuperadas en las costas de Ceuta y en excavaciones en tierra (más de un centenar en las últimas décadas)”, ha precisado.
En él se lee AIIIA, es decir ‘annorum quattuor’ (de cuatro años), que hace referencia a los años de crianza de un vino
Los “titulus pictus” son letreros pintados sobre ánforas que ofrecían diversa información a los consumidores sobre el producto que contenían: su calidad, origen, productores o quienes lo comercializaban, entre otros datos.
En este caso, en la parte superior del fragmento se lee AIIIA, es decir annorum quattuor (de cuatro años), haciendo referencia al periodo de envejecimiento del producto, siendo asimismo un signo distintivo de la calidad del mismo al igual que, en la actualidad, se hace referencia a los años de crianza de un vino.
Aunque se encuentra en peor estado de conservación, en la parte inferior del letrero parece distinguirse un nombre, posiblemente del encargado de producirlo o comercializarlo, de acuerdo a la investigación iniciada sobre este descubrimiento. Se trata ,además, de un ánfora Dressel 7-11, es decir, un envase típico de los productos salazoneros de la región del estrecho de Gibraltar en el siglo I de nuestra era.
En la actualidad se está a la espera de los análisis de pasta, encargados a un laboratorio especializado en este tipo de analíticas, para intentar determinar si se trata de un ánfora importada a Ceuta desde el área gaditana, o bien de una producción local/regional.
La Ciudad y la Universidad de Cádiz han puesto de relieve dicha localización, que vuelve a confirmar la importancia de las actividades salazoneras en la Septem Frates romana, poniendo de manifiesto el interés de la investigación del subsuelo de las fortificaciones del frente de tierra ceutí.