Los autores del descubrimiento creen que la urbe, localizada en el sur del país, es la mayor ciudad antigua encontrada en Egipto. Fue fundada por el faraón Amenhotep III, que gobernó entre los años 1391 y 1353 antes de Cristo
Una misión arqueológica egipcia ha anunciado este jueves el descubrimiento de la que consideran la mayor ciudad antigua hallada nunca en el país, que ha permanecido oculta bajo las arenas de Luxor, en el sur, desde hace 3.000 años. La urbe, llamada aparentemente El Ascenso de Atón, fue fundada por el faraón Amenhotep III, el noveno rey de la dinastía XVIII, que gobernó Egipto desde el 1391 hasta el 1353 antes de Cristo, y era el mayor asentamiento administrativo e industrial de la época en la zona, según ha explicado Zahi Hawass, el arqueólogo más famoso de Egipto y jefe de la misión, en un comunicado. El lugar, que también se ha dado a conocer como la Ciudad Dorada Perdida, continuó en funcionamiento durante los reinados de Tutankamón y Ay. “Se trata del descubrimiento más importante después de la tumba de Tutankamón”, ha asegurado Hawass a EL PAÍS. El hallazgo ha sido anunciado cuando Egipto aún tenía fresca en la memoria la solemne procesión de momias del sábado pasado en El Cairo.
La zona en la que se ha hallado la ciudad faraónica se sitúa entre el templo de Amenhotep III en Memnon, al oeste de la ciudad moderna de Luxor, y el templo de Ramses III en Medinet Habu, otra localidad arqueológica situada en la orilla del Nilo frente a Luxor. La misión egipcia comenzó a trabajar en este punto en busca del templo mortuorio de Tutankamón. “Muchas misiones extranjeras buscaron esta ciudad y nunca la encontraron”, ha señalado Hawass en su comunicado.
Los trabajos de excavación arrancaron en septiembre de 2020 y en pocas semanas la misión comenzó a desenterrar ya formaciones de ladrillos de barro en todas direcciones que pertenecían a la antigua ciudad, que se mantienen en buen estado de conservación e incluye murallas casi completas. Desde entonces, se han podido descubrir varias zonas o barrios. “Las calles de la ciudad están flanqueadas por casas, algunas con muros de hasta tres metros”, escribe Hawass, que cree que la ciudad se extiende hacia el oeste “hasta la famosa Deir El Medina”, importante poblado de obreros y artesanos del antiguo Egipto.
El equipo de Hawass también ha podido identificar algunas de las construcciones de la ciudad. Así, en la parte sur se ha encontrado una panadería y un área de preparación de comida con hornos y cerámica de almacenamiento que, por su tamaño, consideran que abastecía “a un gran número de trabajadores”. Otra parte, todavía a medio descubrir, se corresponde al distrito administrativo y residencial, con construcciones más grandes y bien dispuestas, y está rodeada por un muro en forma de zigzag con una sola entrada que conduce a los pasillos internos y a las zonas residenciales. Este trazado probablemente respondía a razones de seguridad.
En una tercera zona se ha desenterrado un taller que cuenta con una parte destinada a la producción de ladrillos de barro usados para construir templos y otra de moldes de fundición para la fabricación de amuletos y elementos decorativos. En el norte se ha dado con un cementerio de extensión todavía por determinar en el que se han encontrado varias tumbas de características similares a la del valle de los Reyes y el valle de los Nobles, y donde la misión espera hallar algunas intactas y llenas de tesoros. Por toda la ciudad, además, se han encontrado herramientas empleadas en alguna actividad industrial como el hilado y el tejido, y restos de metal y vidrio, pero la zona la que se realizaban estas actividades todavía no se ha descubierto.
Para conseguir datar el asentamiento, un objetivo que figuraba entre los primeros de la misión, el equipo dirigido por Hawass se ha basado en varios objetos. Uno de ellos han sido las inscripciones jeroglíficas de las tapas de arcilla de recipientes de vino, con referencias históricas que apuntan que el asentamiento consistía de tres palacios reales de Amenhotep III y del centro administrativo e industrial del imperio en la época. Elementos como anillos, escarabajos, vasijas de cerámica de colores y los anteriores ladrillos de barro, todos con sellos del cartucho jeroglífico del mismo faraón, confirman la fecha. Un descubrimiento más reciente, una vasija que contenía unos diez kilos de carne, permite afirmar que la ciudad estaba activa en la fecha correspondiente a una inscripción grabada en el recipiente.
“Lo que habrá que averiguar, a medida que se realicen más trabajos, es cómo esta ciudad y sus notables instalaciones industriales se conectan con el palacio de Amenhotep III en Malkata, al suroeste del yacimiento. Si se establece que esta nueva ciudad, asombrosamente bien conservada, forma parte del complejo palaciego, se podrá seguramente comparar en tamaño con Amarna”, apunta a EL PAÍS Betsy Brian, profesora de Egiptología en la Universidad John Hopkins de Baltimore y experta en el período de Amenhotep III. “Si resulta ser algo parecido a Deir El Medina, es un hallazgo muy significativo”, coincide, en declaraciones a este medio, Campbell Price, comisario de la sección de Egipto y Sudán del Museo de Manchester.
Entre los aspectos más sorprendentes del descubrimiento figura la sepultura de una persona hallada con los brazos extendidos a los lados y los restos de una cuerda alrededor de las rodillas, detalles inusuales que se están investigando.
El elemento más intrigante, sin embargo, es probablemente un sello de barro en cuyas inscripciones se puede leer “gm pa Aton”, que puede traducirse, según el comunicado de Hawass, como “el dominio del deslumbrante Atón”, que es precisamente el nombre de un templo construido por el faraón Akenatón —sucesor de Amenhotep III— en Karnak, la actual Luxor.