Geografías y bibliotecas desechas
Miles de libros y documentos de un líder científico y universitario, dispersados
La dispersión, la venta en almoneda, de una biblioteca y archivo personales tras la muerte de su creador-usuario, por ejemplo una personalidad universitaria con trayectoria editorial y líder de investigadores, resulta descorazonador.
Ha sucedido de nuevo en Mallorca y se repetirá. Un bloque de libros, archivos, escritos y documentos se ha disgregado, ha ido a manos diversas, al olvido y su venta. Una parte del material sigue en manos de comerciantes de antiguallas y libros viejos que adquirieron la masa de papel impreso y escrito. Los volúmenes y carpetas, revistas y colecciones ocupaban en orden y por salas dos plantas de una sola casa de Palma.
Los enterados y quienes acudieron a la llamada del comprador de la biblioteca conocen que el precio pactado por el vaciado de los estantes de los dos pisos rondó los 2.000 euros. La casa-estudio del intelectual fue vaciada por los sucesores directos, los hijos. El inmueble tiene otro uso y destino.
En el relato de incomprensiones conectan la imposibilidad o desinterés de los herederos para mantener unido o gestionar el legado recibido y la necesidad de materializar el reparto de una herencia entre varios.
Existe una enorme falta de esmero y atención institucional sin una instancia operativa en Baleares que tramite posibles donaciones o decida adquisiciones. Tampoco hay un contenedor, una gran biblioteca central o centro documental, no solo histórico de medievalidades, almacén de pergaminos y microfilms.
Cerca de donde existió esa geografía de letras atomizada, la fundación Bartolomé March canalizó depósitos de documentos de escritores en la Biblioteca Balear, en los muros de un palacio casi desnudo, referenciado por el Capuccino que ocupa su esquina. ¿Qué dirían de ello el banquero fundador y su hijo el bibliófilo?
Bartomeu Barceló Pons, falleció en 2012 a los 80 años, catedrático de Geografía, impulsor de la Universidad de las Illes Balears (UIB), quiso ser su rector en 1982 pero le batió Nadal Batle. De izquierdas, publicista de larga bibliografía, líder de profesores y bestia negra para otros en los años 50 se formó en Madrid y París.
El original de su pionera tesis sobre la población balear la compró un profesor que alertó al cronista. Barceló tenía colecciones de ediciones internacionales de su vasta área de intereses científicos y privados, legajos, registros, trabajos de colegas y alumnos. Detalles locales: la Biblioteca de les Illes d’Or, la revista Serra d’Or, el Diccionari Català Valencià Balear…En Consell, en Llucmajor, en Campos hay piezas esenciales.
La UIB fue la primera emplazada y una comitiva expurgó los enormes estantes barcelonistas pero la universidad no tiene estructura para asumir miles de obras, sistematizar un mar de documentación y gestionar complejos fondos privados.
Tomeu Barceló fue fundador de la Societat de Història Natural que sí custodiará un fragmento de su universo de papel, “el archivo” temático, parte esencial, según Joan Mayol, su discípulo que con otros dos dilectos, Lleonard Muntaner y Nofre Rullan publicó, en 2008, un volumen en homenaje a su maestro.
Sistemático y heterodoxo, Barceló enlazó con la Sociedad Económica de Amigos del País y lanzó el boletín de la Cámara de Comercio. Decano de Filosofía y jefe del Departamento de Geografía, creó la editorial de Daedalus en la que publicó Els mallorquins de Josep Melià. Todo, su vida e intereses, guardado y ordenado. El destino está entre el papel y libros viejos en oferta.