Exposición “Rogier van der Weyden” en el Muiseo del Prado

Hasta el 28 de junio de 2015

Por José Belló Aliaga
 
El Museo del Prado y la Fundación Amigos del Museo del Prado presentan en la Sala C del Edificio Jerónimos, “Rogier van der Weyden”, una exposición sobre el que fue, probablemente, uno de los artistas más influyentes del siglo XV y uno de los más grandes pintores de la historia.
 
Al acto de presentación asistieron Federico de la Hoz, Director de la Fundación Iberdrola; Miguel Zugaza, Director del Museo del Prado; Alicia Pastor, Consejera Gerente de Patrimonio Nacional; André Hebbelinck, Delegado General del Gobierno de Flandes; y Manuel Marín, Presidente de la Fundación Iberdrola, institución miembro benefactor del programa de Restauración del Museo del Prado que ha patrocinado íntegramente el proyecto de restauración de El Calvario.

Los comisarios de la exposición son el Dr. Lorne Campbell, investigador y el comisario institucional José Juan Pérez Preciado, conservador en el departamento de Pintura flamenca y Escuelas del norte del Museo Nacional del Prado

El Calvario
Esta muestra celebra la finalización de los trabajos de restauración realizados sobre el Calvario, una intervención que se ha llevado a cabo en el marco de un convenio de colaboración suscrito en 2011 entre Patrimonio Nacional y el Museo Nacional del Prado y en virtud del cual la obra se exhibe en el Prado durante tres meses antes de su regreso a El Escorial.

Este proyecto de restauración ha contado también con la colaboración de la Fundación Iberdrola como miembro protector del programa de restauración del Museo del Prado. Esta obra maestra de la pintura flamenca del siglo XV fue donada por el propio Van der Weyden a la cartuja de Scheut (Bruselas) poco antes de su muerte y, posteriormente, fue entregada oficialmente en 1574 al Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

Por primera vez en la historia
Junto al Calvario, en esta exposición se pueden contemplar el Descendimiento, realizado para la iglesia de Nuestra Señora de Extramuros de Lovaina y que custodia el Museo del Prado, y el Tríptico de Miraflores, obra que el rey Juan II de Castilla donó a la cartuja de Miraflores en Burgos y que ahora es propiedad de la Gemäldegalerie de Berlín. Estas tres obras, las únicas que desde fechas tempranas se encontraban en España y eran consideradas del autor, se reúnen en esta muestra por primera vez en la historia. A ellas se sumará uno de los grupos escultóricos del llamado Retablo de Belén de la iglesia de Santa María de la Asunción de Laredo realizado hacia 1440 en Bruselas para plantear una sugerente confrontación visual tanto entre las figuras de esta obra, muy similares a las del Descendimiento y el Calvario, como entre los pequeños relieves de las arquivoltas, semejantes a los del Tríptico de Miraflores.

Relevancia de los mecenas y coleccionistas
Esta muestra plantea también la posibilidad de contemplar el mismo asunto iconográfico del Calvario en otras obras del artista o vinculadas a su taller como el Retablo de los Siete Sacramentos del Koninklijk Museum de Amberes, uno de los originales más exquisitos de Van der Weyden. La obra de inspiración a la versión del tema realizada por uno de sus discípulos directos, el Maestro de la Redención del Prado, llamado así por su obra cumbre, el Tríptico de la Redención, cuya tabla central, la Crucifixión, puede contemplarse en esta exposición.

Asimismo, la muestra destaca la relevancia de los mecenas y coleccionistas contemporáneos del artista que estimaron sus creaciones. Se presentan los retratos de Felipe el Bueno y de su hijo Carlos el Temerario, que aparecen en un manuscrito florentino de tema histórico y que copian originales de Van der Weyden. Isabel de Portugal, esposa y madre de estos dos duques de Borgoña, fue también una importante mecenas de Rogier van der Weyden, como revela el retrato encargado al artista conservado en el J. Paul Getty Museum de Los Ángeles y su comisión de un gran retablo para el monasterio de Santa María de la Victoria (Batalha), enviado a Lisboa en 1445. Este retablo, hoy destruido, es conocido únicamente por un dibujo de 1808 que puede igualmente apreciarse en la exposición. Del mismo modo, también se puede contemplar el tapiz que representa la Historia de Jefté, del Museo Diocesiano de Zaragoza, diseñado bajo modelos de Van der Weyden y que pudo pertenecer al condestable Pedro de Portugal (m. 1466) o a Juana Enríquez (m. 1468), madre de Fernando el Católico.

Copias y versiones
Las copias y versiones de obras de Van der Weyden fueron también muy estimadas desde muy pronto en la Península Ibérica. La Virgen con el Niño de Rogier, también llamada Virgen Durán del Prado, otra de las piezas destacadas de la muestra, era conocida en España en vida del artista pues fue muy copiada ya en el siglo XV, como ejemplificará la versión del Maestro de don Álvaro de Luna en Castilla. A su vez, Isabel la Católica encargó a su pintor de corte, Juan de Flandes, una copia del Tríptico de Miraflores para la Capilla Real de Granada, del que se podrá ver una de las tablas, prestada por el Metropolitan Museum de Nueva York. El fuerte impacto de las creaciones de Van der Weyden en la Península Ibérica también tiene una presencia significativa en la muestra, visible en la obra del portugués Nuno Gonçalves y especialmente a través de las composiciones del escultor de origen flamenco Egas Cueman, de quien se presentan diversos dibujos para un sepulcro inspirados claramente en composiciones de Van der Weyden. Egas Cueman es también el autor de la excepcional escultura funeraria de Lope de Barrientos, confesor de Juan II de Castilla y obispo de Ávila, Segovia y Cuenca. La pieza en la que este artista mejor expresó su dominio técnico en el tratamiento de un material tan frágil como el alabastro, convirtiéndola en una de las joyas de la estética de la estética de Rogier van der Weyden en la Castilla del siglo XV, tan exquisita, que nunca había sido prestada anteriormente.

Rogier van der Weyden
Nacido en Tournai hacia 1399, Rogier murió en Bruselas en 1464. Pintor oficial de esta última ciudad, trabajó también para los duques de Borgoña. Según su amigo el cardenal Jouffroy, sus cuadros “engalanaron las cortes de todos los reyes”. En 1445 Juan II de Castilla donó a la cartuja de Miraflores un tríptico pintado por él. Las que fueron en su tiempo sus obras más conocidas, cuatro enormes tablas alegóricas de la Justicia para el Ayuntamiento de Bruselas, se destruyeron en 1695. Otros grandes cuadros de su mano, como el Descendimiento, la Virgen Durán y el Calvario, se exportaron a España.

Nunca se podrán explicar de manera definitiva y en toda su complejidad obras como el Descendimiento, el Tríptico de Miraflores o el gran Calvario, obras que se elevan muy por encima de las circunstancias de la vida cotidiana, o como el Tríptico de los Siete Sacramentos, en el que las figuras, vestidas a la moda de la época, ocupan el espacio de una iglesia igualmente contemporánea. Sobre ellas se alza una cruz tan alta que roza la bóveda de la nave central y en la que hay un Cristo de enormes proporciones. De tamaños muy distintos, ninguno de los demás personajes del tríptico guarda la escala del edificio.

Como su coetáneo Jan van Eyck (†. 1441), Van der Weyden debió de descubrir siendo todavía joven que, aunque era capaz de pintar el mundo natural con toda fidelidad, podía hacer algo más que imitar la realidad inmediata. Tenía tanta sensibilidad para el tratamiento de las formas y las líneas que sus composiciones, basadas en armonías geométricas, llamaban la atención de inmediato y se grababan en la memoria. Sabía también cómo manejar el color y las formas abstractas para intensificar la reacción emocional del espectador. Podía representar cualquier cosa con gran realismo, pero cuando le convenía ignoraba la lógica del espacio y la escala, o desdibujaba la diferencia entre realidad y escultura. Sus obras son tan bellas, ambiguas y fascinantes que obligan a volver sobre ellas una y otra vez porque siempre se descubre algo nuevo.

Catálogo
La publicación que acompaña a la muestra, que tiene como título Rogier van der Weyden y los reinos peninsulares, está compuesta por dos textos de Lorne Campbell, comisario de la muestra y reconocido como el mayor especialista sobre el maestro de Tournai: Vida y obra de Rogier van der Weyden y Rogier van der Weyden y los reinos ibéricos, que introducirán al lector en el conocimiento del artista y su relación con España. También se incluye un texto de Carmen García-Frías, conservadora de pintura de Patrimonio Nacional, titulado La recuperación de una obra maestra: el Calvario del monasterio del Escorial de Rogier van der Weyden.

Además, incluye los textos de las fichas catalográficas de las obras expuestas escritos por Lorne Campbell, José Juan Pérez Preciado, Pilar Silva y Stephan Kemperdick.

Sala D
Como epílogo a esta extraordinaria exposición, en la sala D del edificio Jerónimos, el visitante puede observar una selección de detalles de diferentes obras expuestas en un video wall y recrear el proceso de restauración de la obra el Calvario gracias a la instalación de unos dispositivos facilitados por Samsung, como colaborador tecnológico del Museo del Prado, que permitirán su visualización.
 
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