En el Museo Thyssen- Bornemisza
Exposición: “Impresionismo americano”
Del 4 de noviembre de 2014 al 1 de febrero de 2015
En el Museo Thyssen-Bornemisza se ha presentado a los medios de comunicación la primera exposición en España dedicada a la expansión del impresionismo en Estados Unidos. Han Intervenido en la rueda de prensa Katherine Bourguignon, conservadora de la Terra Foundation for American Art y comisaria de la exposición, y Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza.
La muestra, que ya ha sido presentada en el musée des impressionnismes de Giverny y las National Galleries of Scotland de Edimburgo, rastrea a través de casi ochenta pinturas el modo en que los artistas norteamericanos descubrieron el impresionismo en las décadas de 1880 y 1890 y su desarrollo posterior, en torno a 1900.
La exposición ha sido organizada por el musée des impressionnismes Giverny y la Terra Foundation for American Art, en colaboración con las National Galleries of Scotland y el Museo Thyssen-Bornemisza. Con el generoso apoyo de la Terra Foundation for American Art.
El marchante Paul Durand-Ruel
Aunque artistas como Mary Cassatt y John Singer Sargent llevaran algunos años viviendo y exponiendo en Francia y tuvieran una relación muy estrecha con pintores como Degas o Monet, hubo que esperar hasta 1886, a la exposición de impresionismo francés organizada por el marchante Paul Durand-Ruel en Nueva York, para que los norteamericanos comenzaran a hacer uso de la nueva pincelada, los colores brillantes y los temas modernos del movimiento francés, y se animaran incluso a viajar a París para conocerlo de primera mano.
Las obras de Cassatt, Sargent o Whistler reunidas en la exposición revelan su papel en el desarrollo del impresionismo en Europa, mientras que las de Theodore Robinson o Childe Hassam, entre otros artistas que viajaron también a Francia para conocer el impresionismo, muestran una asimilación más gradual de la nueva técnica. Al igual que las de otros pintores norteamericanos que, sin haber tenido un contacto directo con los impresionistas y desde puntos de partida muy diversos, supieron adaptar sus ideas y su forma de pintar a los temas nacionales y seducir así a un nuevo público. Todas están acompañadas en las salas por algunos lienzos de Monet, Manet, Degas y Morisot, que sirven para contextualizar y establecer un interesante diálogo entre ellas.
Para los pintores norteamericanos que querían participar de la modernidad europea era imprescindible pasar una temporada en París para visitar el Louvre y el Salón anual, e incluso formarse en alguno de los cada vez más numerosos estudios y academias. James McNeill Whistler fue uno de los primeros, seguido por Mary Cassatt. En 1874, cuando París se estaba recuperando de la guerra franco-prusiana, llegó una segunda oleada de pintores norteamericanos, como John Singer Sargent y Theodore Robinson.
Cassatt, Sargent y los impresionistas
Mary Cassatt y Sargent vivieron y formaron parte de los inicios del impresionismo y tuvieron unas carreras fundamentalmente europeas. Gracias a su relación con Degas y Morisot, Cassatt fue invitada a participar en cuatro exposiciones impresionistas entre 1879 y 1886, en las que, como única representante norteamericana, logró una buena acogida con sus cuadros de mujeres y niños de la clase media-alta. Mantuvo una estrecha amistad con Monet, al que visitó en Giverny, y poseía cuadros importantes de todos los impresionistas. A pesar de haber expuesto en años anteriores en el Salón oficial, terminó por evitarlo y abrazó por completo el impresionismo, convirtiéndose en una de las principales impulsoras del estilo francés al otro lado del Atlántico.
Nacido en Italia de padres estadounidenses, John Singer Sargent pasó toda su vida en Europa. En 1883 empezó a experimentar con la pincelada suelta y con composiciones menos estructuradas; y siguió haciéndolo en los años siguientes, en los que su amistad con Monet y sus visitas a Giverny hicieron cada vez más patente la aplicación de la nueva técnica y la introducción de temas modernos y colores más vivos. Estuvo muy influido por las exposiciones impresionistas y tuvo una presencia real en el movimiento, pero su caso es diferente al de Cassatt. Él no se decantó exclusivamente por el nuevo estilo y en los retratos de encargo mantenía un tratamiento más suave y acabado de las figuras, con algún ocasional toque impresionista. Además, desde que expuso en 1877 por primera vez en el Salón oficial, siguió enviando obras casi todos los años.
Americanos en Giverny
Otros artistas norteamericanos que trabajaban en Francia en esa época empezaron a explorar a finales de los años 1880 las posibilidades del impresionismo y a pintar al aire libre en el bosque de Fontainebleau, en la costa de Bretaña y en Giverny, donde podían trabajar cerca del maestro Monet, aunque este solo permitía a unos pocos colocar el caballete junto al suyo. Uno de ellos fue Theodore Robinson que, en esas sesiones al aire libre, comenzó a utilizar colores más claros y a estudiar los cambios de luces y sombras a diferentes horas del día, aunque mantenía el rigor académico y el acabado meticuloso en las figuras.
John Leslie Breck, otro asiduo de Giverny entre 1887 y 1891, incorporó a sus obras elementos novedosos como las sombras coloreadas, e incluso realizó una serie de almiares basada directamente en los de Monet.
Escenas urbanas. Nueva York, Boston, Chicago
En torno a 1890, varios artistas norteamericanos que habían vuelto de Europa empezaron a incorporar los nuevos temas, composiciones y colores del impresionismo a sus obras. Se enfrentaban entonces a un público distinto del que tuvieron sus predecesores franceses veinte años antes y el movimiento había evolucionado ya en el viejo continente hacia nuevos planteamientos gracias a artistas como Van Gogh, Gauguin, Seurat y Signac. Con más referencias y una mayor libertad, sus cuadros no representaban un estilo pictórico unificado, sino más bien puntos de partida individuales.
Childe Hassam pasó tres años estudiando y pintando en Francia, de 1886 a 1889, y, aunque evitó el círculo impresionista, esta etapa marcó de manera considerable su técnica. Sus composiciones de esos años, creadas en el estudio, anuncian ya un interés por los efectos de la luz. Hassam solo se dedicó enteramente al nuevo estilo tras regresar a Estados Unidos en 1889 donde, al igual que William Merritt Chase, realizó numerosas vistas urbanas y de jardines.
Impresionismo whistleriano
Whistler pasó gran parte de su vida en Europa, trabajando en Londres, Venecia y París, pero siempre se consideró norteamericano y, aunque su estilo se encuadre más en la línea de la generación anterior, sus obras fueron admiradas por muchos miembros del grupo impresionista. En su país fue considerado siempre como un artista moderno y rebelde, al margen de las normas académicas. Su paleta apagada y casi monocroma, la simplificación de la pincelada y la falta de interés por el acabado relacionan sus nocturnos con los impresionistas, aunque nunca llegase a exponer con ellos. Más que ningún otro artista norteamericano, Whistler precedió e impulsó a una nueva generación, que vio en su estilo un modelo a seguir.
A finales del siglo John Henry Twachtman y Thomas Wilmer Dewing realizaron obras que se sitúan ya en los márgenes del impresionismo, con una pincelada suave y unos colores más apagados que invitan a interpretaciones casi místicas.
Escenas y paisajes americanos
A lo largo de la década de 1890 fue aumentando el número de artistas americanos que respondían a la creciente popularidad del impresionismo que, al acabar el siglo, se había convertido ya en un estilo predominante; siguiendo el consejo de los críticos de arte, estos pintores supieron adaptar la modernidad artística a los temas nacionales.
Chase comenzó a pasar los veranos en Long Island para pintar al aire libre la costa atlántica, adoptando muchas ideas impresionistas, como la observación de la naturaleza y los efectos cambiantes de la luz. Este tipo de escenas también dieron popularidad a Childe Hassam que, tras su etapa en Francia, se dedicó a pintar al aire libre con un brillante estilo impresionista, pasando muchos veranos en las islas de Shoals, frente a las costas de New Hampshire y Maine, obras que fueron muy bien acogidas por los coleccionistas.
En torno a 1890, Dennis Miller Bunker y Theodore Robinson se interesaron por los paisajes propiamente americanos. Habían empezado a experimentar con la nueva técnica casi al mismo tiempo pero en situaciones distintas: Robinson trabajó junto a Monet en Giverny y Bunker junto a Sargent en Calcot, durante el verano de 1888. De nuevo en Boston, Bunker decidió repetir la experiencia y se fue a trabajar al aire libre a una zona cercana a la ciudad que recordaba a la campiña inglesa, donde logró combinar las técnicas pictóricas europeas con los temas norteamericanos. Tras regresar de Francia en 1892, animado por el propio Monet, también Robinson siguió el consejo de los críticos de pintar lugares típicamente americanos y se fue a trabajar a Vermont y al norte del estado de Nueva York.
En esa misma década de 1890, Edmund C. Tarbell y Frank W. Benson realizaron una serie de obras protagonizadas por mujeres y niños bañados por el sol en jardines o junto al mar. Aunque utilizaban como modelos a familiares o amigos, eran algo más que retratos, y esas mujeres llegaron a representar un nuevo ideal americano. “En el huerto” consagró a Tarbell como uno de los líderes del impresionismo en su país.