El papel de la biblioteca universitaria y sus consecuencias futuras

El papel de la biblioteca universitaria y sus consecuencias futuras

 
Publicado en Julio 22, 2015 por julio
 
 

 

Rick Anderson. A quiet culture war in research libraries – and what it means for librarians, researchers and publishers.  Insights: the UKSG journal (2048-7754) Published on 07 Jul 2015
 
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Una de las tensiones centrales que se plantea la Biblioteconomía moderna es cómo asignar los recursos limitados para cumplir con los propósitos de hacer del mundo un lugar mejor y a la vez servir a nuestras comunidades locales, proporcionándoles los servicios y colecciones que necesitan para apoyar la enseñanza, el aprendizaje y la investigación de nuestra institución.

 

 

 

 

Antes de la llegada de Internet las bibliotecas no tenían más remedio que ocuparse de las necesidades locales e inmediatas. Con la llegada de la era digital el mundo de la información académica cambió radicalmente asumiendo la obligación de tener que ocuparse de nuevas cuestiones más allá de la esfera de los objetos físicos, lo que conlleva un cambio de perspectiva que afecta a los objetivos principales que debe cumplir la biblioteca de investigación.

De este modo se ha creado una brecha cada vez mayor entre los que creen que el objetivo fundamental de la biblioteca universitaria y de investigación es apoyar y promover los objetivos de la institución de acogida y los que creen que el papel más importante de la biblioteca es el de ser un agente colaborativo del progreso y apoyo a la comunicación académica. Aunque estas dos áreas de la actividad no son mutuamente excluyentes, están en mutua competencia debido a los escasos recursos; y las decisiones que se tomen en priorizar uno u otro punto de vista, lo que tendrá importantes consecuencias, tanto a nivel micro (para los usuarios y las instituciones atendidas por cada biblioteca) y a nivel macro (que afectaría a los miembros de la comunidad académica más amplia). La tensión entre estas dos visiones del mundo está creando fricción dentro de los profesionales y la ciencia de la información: ya que los presupuestos son cada vez más ajustados y obligan a elegir o priorizar uno u otro modelos. Este conflicto y el apoyo a una u otra tendencia tendrá consecuencias a lo largo de los próximos años tanto entre los usuarios de las bibliotecas que acceden a los contenidos de investigación como para los editores y otros proveedores para quien las bibliotecas son una o quizás la más importante base de clientes.

La guerra cultural que actualmente se está librando en las bibliotecas de investigación se debate entre dos escuelas generales de pensamiento: la primera considera que la misión más importante y fundamental de la biblioteca de investigación es servir las necesidades académicas de los estudiantes, eruditos e investigadores de su institución; la segunda considera que existe una misión más importante y fundamental, que es considerar la biblioteca de investigación como un agente global de cambio en el mundo para la mejora de la comunicación científica. Dos objetivos a priori y teóricamente no excluyentes, aunque en la práctica, sin embargo, el conflicto entre ambos es inevitable, porque los programas y proyectos que representan una u otra tendencia entran en competencia debido a que los recursos para el desarrollo de uno u otro modelo son estrictamente limitados. Por lo que la biblioteca de investigación se enfrenta a tener que tomar una decisión sobre cual es nuestro objetivo principal, optar por una estrategia predominantemente local o una global, en ello radica el conflicto. Desde 1995 nuestra función ha sido -cada vez más- garantizar a nuestros clientes el derecho colectivo a acceder y utilizar los documentos digitales alojados en la institución En este contexto, con muchas más opciones de acceso disponibles, es más fácil (y más fructífero) cuestionarse asuntos como el relativo a la justicia y equidad de acceso a la información y a sus productos.

En el cambio de lo institucional que consideran más apto optar por un modelo global, el acceso a un libro impreso o a un número de la revista no es escalable; ya que no permite el acceso más de que a una o dos personas que pueden utilizar cualquier documento físico en un momento dado. El acceso a un libro electrónico o a una revista digital, sin embargo, es en términos funcionales casi infinitamente escalable. Por esta razón, las bibliotecas recientemente se han visto capaces, por primera vez en su historia, de pensar en términos de proporcionar acceso a distritos electorales más allá de las fronteras de su instituciones de acogida. Un hecho que nos predispone a discusiones complejas sobre el adecuado uso de los recursos institucionales locales.

Cuando la información sólo se ceñía a objetos físicos, la mayoría de los problemas que tuvimos para hacer frente a la hora de adquirir esos objetos eran relativamente simples en comparación con los temas que tratamos en un entorno de información que se caracteriza por el acceso autorizado a recursos y contenidos alojados externamente en un contexto de sistemas de gestión de derechos a cambio de pagar peajes de acceso. Todos los cambios mencionados anteriormente han hecho posible la aparición de un sistema de acceso a través de un complejo de sistemas, modelos y plataformas que hacen posible tanto el acceso como la reutilización ilimitada de información académica que está disponible gratuitamente para todos los que tienen acceso a la red digital. Estas barreras tienen en cuenta cuatro aspectos: acceso, costes, derechos y financiación.

 

Responsabilidades locales vs. responsabilidades globales.

La solución pasaría por cuestionarse la siguiente pregunta ¿cómo debe cada una de nuestras bibliotecas equilibrar su responsabilidad con las necesidades de su institución de acogida y compaginar este aspecto con su responsabilidad de contribuir al cambio y mejora de la comunicación a nivel global?

En alguna manera tenemos que decidir y elegir entre ambos puntos de vista que aunque compatibles, la limitación de recursos hace necesario dar prioridad a uno u otro modelo

Hay un argumento reiterativo entre los profesionales que afirma que cada vez que una biblioteca contrata una licencia con una poderosa editorial contribuye a la perpetuación de un sistema insostenible y ampliamente perjudicial, que consume  grandes porciones de los presupuestos de las bibliotecas, y que apoya la publicación de baja calidad con revistas de baja demanda. Por otro lado, también puede ser cierto que para una biblioteca concreta, a pesar de todos sus múltiples aspectos negativos es la forma más rentable de proporcionar a sus usuarios fácil acceso al contenido que necesitan para hacer su trabajo.

Por otra parte cada vez hay más repositorios y revistas OA que dependen para su financiación, en su totalidad o en parte, de la pertenencia a la biblioteca. Muy a menudo estos esquemas proporcionan poco o ningún beneficio directo, local y más concretamente a la biblioteca o a sus usuarios; en cambio, ofrecen un mecanismo por el cual la biblioteca puede apoyar activamente el acceso más amplio y más abierto a los productos de la investigación para el público en general. Las bibliotecas en este sentido están contribuyendo a un propósito global, pero para ello utilizan fondos locales que están lejos cubrir la satisfacción de las necesidades inmediatas y locales.

Muchas bibliotecas están experimentando con dejar de lado los fondos para financiar las APC (gastos de procesamiento de artículo) en favor de los académicos locales y científicos que desean publicar en lugares OA Gold que imponen cargos por parte del autor. Este enfoque supone una reorientación de fondos muy similar a la representada por el pago de la membresía en un programa OA. El dinero que se podría haber utilizado para tener una gran cantidad de artículos disponibles para la comunidad local de acceso limitado, en este caso se utiliza para poner una porción de artículos a disposición del público en general, es decir trabajar para crear un ecosistema de comunicaciones académicas más justo y equitativo.

Como bien dice Rick Anderson tenemos que elegir entre seguir siendo soldados al cuidado de nuestras comunidades o ser revolucionarios que tratan de cambiar el sistema.  la solución propuesta por Anderson es intentar jugar a ambas posiciones y no caer en uno de los dos lados de la cuestión. Reconociendo que es poco probable que cualquier persona o institución se decante completamente de un lado o del otro, y que una mezcla de ambas funciones sería lo natural y deseable.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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