Edición Nº 428 – 29 de Julio de 2021 |
Hemos ya leído y escuchado mucho respecto a cómo la pandemia aceleró procesos en el sector y empujó a la industria a trabajar en algunas áreas hasta ahora poco exploradas, como ser el ecommerce, el libro digital, o la impresión digital por demanda. A propósito de esto en los últimos días tuve varias conversaciones con profesionales y referentes del sector, y en todas surgió un interrogante: ¿realmente la industria cambio de fondo en estos últimos 18 meses? Y si fuera así, ¿cuántos de estos cambios quedarán cuando la pandemia termine? Hasta el año pasado tenía una idea bastante positiva al respecto, en el sentido de que este tremendo mal, al menos había propiciado el escenario para que la industria tomará las astas sobre algunos temas, a mi juicio, demasiado postergados. Pero ya luego, creo que en muchos casos estas decisiones han tenido más un motivante relacionado con la urgencia que con una real conciencia y una planificación a mediano-largo plazo. Más como respuestas reactivas, casi instintivas, frente a los desafíos que fueron emergiendo. ¿Qué opinan? ¿Implementaron en su trabajo cambios que llegaron para quedarse?
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Por Daniel Benchimol
Director de Proyecto451 |
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En esta edición:
- Ley de Bibliotecas en México: fuerte rechazo en algunos sectores de la industria editorial
- Efecto de popularidad: cómo trata Amazon la visibilidad de los libros
- Cómo Netflix está cambiando la ficción contemporánea
Y además: se viene WhatsApp Shopping, una plataforma para enviar mailings en forma gratuita y sin límites, una guía para entender todo sobre Google Shopping, ¡y mucho más! |
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Ley de Bibliotecas en México: fuerte rechazo en algunos sectores de la industria editorial
A principios de junio entró en vigencia en México la Ley General de Bibliotecas (LGB), con el objetivo de mejorar los servicios que las bibliotecas públicas ofrecen, reconocer el papel de los bibliotecarios, de lectores y libros, así como aprovechar las nuevas tecnologías como herramientas para la promoción de la lectura y la cultura (El Economista, 4 minutos).
Una de las más importantes medidas adoptadas en esta nueva ley, es la designación de la Biblioteca de México como la biblioteca rectora de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas. Otra modificación sustancial es la que se refiere a la figura del depósito legal, la cual establece que los editores y productores de materiales bibliográficos y documentales tienen la obligación de entregar un número determinado de ejemplares de sus obras a ciertas bibliotecas. Otro punto fundamental de esta nueva ley es la creación del Sistema Nacional de Bibliotecas, el cual estará integrado por las bibliotecas de universidades públicas, organismos especializados y entidades privadas. Su objetivo será intercambiar información y facilitar la prestación de los servicios bibliotecarios, incluidos los digitales, para el público en general y especializado (Gaceta UNAM, 2 minutos).
Sin embargo, esta ley cuenta con el rechazo de editores que aseguran que “implementa medidas excesivamente punitivas e impone requisitos administrativamente inviables para los sellos del país, particularmente para los independientes”. Fraguada en el seno de la Dirección General de Bibliotecas de la Secretaría de Cultura, esta ley ya ha sido objeto de cerca de un centenar de amparos para impugnar diversos artículos de la misma. Agentes de la cadena del libro y expertos en legislación cultural alertan, en especial, sobre un aspecto de la ley: la creación de un Depósito Legal de Publicaciones que podría vulnerar los derechos de autor.
De acuerdo con el capítulo 10, cada empresa que produzca libros deberá entregar tres ejemplares de una nueva obra a cada una de las instituciones depositarias: la biblioteca de México, la del Congreso de la Unión y la Nacional de México. La ley demanda que los sellos entreguen también una copia digital de sus obras, sin mención a los mecanismos que habrán de ponerse en marcha para su resguardo. “La sensación generalizada es que no hay infraestructura ni tecnología para garantizar que esos libros no van a estar en riesgo y esa sería la médula del amparo, la falta de seguridad para archivos digitales”, expresó Tomás Granados, editor de Grano de Sal.
Según Granados la LGB es “la única expresión de interés en el mundo del libro, hasta ahora, de los órganos gubernamentales”, y saluda la idea de pagar impuestos con ejemplares, así como la conformación del sistema nacional de bibliotecas. Sin embargo, manifiesta preocupación por el cambio de naturaleza del depósito legal, “porque se puede romper con gran facilidad la seguridad informática”, y por las sanciones que acarrea el incumplimiento, que considera elevadas.
Las mencionadas sanciones están establecidas en el artículo 43: “Los editores y productores del país que no cumplan con la obligación consignada en el artículo 39 de esta Ley, se harán acreedores a una multa equivalente a cincuenta veces el precio de venta al público de los materiales no entregados” (Letralia, 2 minutos).
La Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (CANIEM), también expuso sus reservas con algunos artículos y apoya las objeciones de los editores sobre los archivos digitales y considera que la multa por no entregar un ejemplar al Depósito Legal es excesiva: “Para las editoriales independientes, esto hace aún más adverso un panorama negro a causa de la pandemia” (Zócalo, 6 minutos).
La polémica está en marcha y será cuestión de tiempo ver si el asunto llega a la Suprema Corte de Justicia de la Nación que emitirá el fallo final. |
Efecto de popularidad: cómo trata Amazon la visibilidad de los libros
Gracias a los avances de herramientas como Publisher Rocket (un gran software que ayuda a los autores a vender libros en Amazon), Dave Chesson, experto en marketing de libros, observó un patrón en la forma en que Amazon trata los libros y su capacidad de descubrimiento. Básicamente, a través de pruebas analíticas, descubrió que cuando un libro tiene un aumento en las ventas en Amazon a través de casi cualquier medio, Amazon responde aumentando la cantidad de palabras clave que ese libro muestra de forma natural, y su clasificación para esas palabras clave también. Por lo tanto, debido al aumento de la popularidad de un libro, el libro aparecería con más frecuencia en la tienda de Amazon.
Lo llamó el “efecto de popularidad de Amazon”. Esto abre muchas preguntas: ¿cómo lo hace Amazon y qué significa esto para los autores?, ¿hay cosas que podamos hacer para ayudar a superar este efecto de popularidad o aprovecharlo?, ¿tomar mejores decisiones?, ¿planear mejores lanzamientos?
Para responder a estas preguntas, comprender este fenómeno y ver qué más podemos aprender de Amazon, Chesson realizó un gran experimento que comparte en este artículo y que lo llevan a estas conclusiones:
- Los libros que generan ventas consistentes se muestran con más palabras clave y tienen mejores clasificaciones. Parece que Amazon pone esos libros en términos terciarios o frases que saben que están conectadas con las frases en las que el libro funciona bien. Por lo tanto, este efecto de popularidad aumenta la visibilidad de un libro.
- Los sitios de promoción de libros no son tan efectivos como solían ser. El algoritmo de búsqueda de Amazon no presta atención a los picos de corta duración que ayuden a que un libro se venda. Hay más ventas que si no hubieran realizado una promoción de libros, pero eso no cambia el rumbo de la visibilidad de un libro.
- Los anuncios de Amazon crean ventas continuas y consistentes si se realizan correctamente. Esas ventas ayudan a activar el efecto de popularidad de Amazon de un libro y, por lo tanto, Amazon mantiene el libro en la lista con más frases de palabras clave de las que tendría si no hubiera publicado los anuncios.
- Estos datos muestran que es de extrema importancia distribuir los esfuerzos de marketing de libros a lo largo del tiempo para obtener ventas consistentes durante ese período de tiempo. Esto tiene un mayor efecto en la clasificación de sus palabras clave y, por lo tanto, mejora aún más su efecto de popularidad de Amazon.
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Cómo Netflix está cambiando la ficción contemporánea
Según datos extraídos de Publishers Marketplace, las adaptaciones literarias a la televisión han ido en aumento. El sitio ha enumerado casi 4 mil ofertas de cine y televisión desde su lanzamiento en 2000, y tanto el número como la proporción de ofertas de televisión han aumentado drásticamente en ese mismo período. El año pasado, las adaptaciones televisivas reportadas superaron las adaptaciones cinematográficas por primera vez. Todo esto ha tenido un efecto profundo en el mundo literario.
¿Qué tipo de novelas es más probable que terminen en la pantalla? ¿Qué cualidades —de género, estructura o estilo— hacen que una novela parezca más adaptable? Tramas episódicas, elencos conjuntos y escenarios de alto valor de producción: estas son las características que, aunque no son en absoluto nuevas en la novela, son fundamentales. Pero, ¿qué significa todo esto para los lectores? Desde las adaptaciones teatrales de Charles Dickens hasta los ajetreos secundarios de William Faulkner en Hollywood, los novelistas siempre han existido en un ecosistema multimedia que subsidia y da forma a su trabajo en la página.
Como ilustran las cifras, el auge del streaming y su amor por la literatura no sólo han influido en qué libros leen, enseñan y estudian los eruditos; también han comenzado a mediar en la forma que toma la ficción. Tanto si los autores mismos vigilan la televisión como si no, son los guardianes literarios que deciden qué obras llegan a los estantes de las librerías. En total, existe una especie de cambio de moneda entre la ficción literaria y la televisión de prestigio: las novelas prestan su capital cultural a empresas como Netflix y HBO Max a cambio de capital financiero en forma de lectores. Si bien puede ser tentador pensar en esto como la cola que mueve al perro, también coloca a la novela en el centro de la cultura contemporánea (The Atlantic, 7 minutos). |
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