Ebiblio: un proyecto público de préstamo de ebooks con luces y muchas sombras

Por primera vez una plataforma gestionará el préstamo de ebooks en las bibliotecas públicas a nivel nacional. España es el único país de Europa que ha puesto en marcha un proyecto de este tipo con las últimas novedades Los bibliotecarios advierten de que es un proyecto que no tiene garantizada su continuidad Los usuarios con Kindle no tendrán acceso a este préstamo por una incompatibilidad de los DRM, y hay quejas en cuanto a Libranda, la plataforma elegida

 


 

15/09/2014 – 19:05h

El préstamo de libros digitales aún está por definirse
Con un año y medio de retraso, esta semana la Secretaría de Estado de Cultura
presentó finalmente ebiblio, el proyecto destinado al préstamo de libros electrónicos
por parte de las bibliotecas públicas. Según los datos aportados por el secretario
de Estado, José María Lasalle, y la subdirectora general de Coordinación
Bibiotecaria, los usuarios podrán tener acceso a través de 200.000 licencias
a 1.500 títulos y sólo se necesitará poseer el carné de la biblioteca pública
para su uso (además, evidentemente, de un dispositivo).
Para ello, la Administración se ha gastado 1,6 millones de euros. La plataforma
que sostiene todo el sistema, en manos de Libranda, será gestionada por cada
comunidad autónoma, a excepción del País Vasco que tiene la suya propia.
La noticia, largamente esperada, ha sido aplaudida por el sector de bibliotecas
–desde ANABAD, (Federación Española de Asociaciones de Archiveros,
Bibliotecarios, Arqueólogos, Museólogos y Documentalistas) hasta expertos
en préstamo electrónico-, ya que es el primer proyecto de estas características
en toda Europa. Además, también supone un cambio con respecto a la política
de adquisición de ebooks en la Administración, donde desde 2010 se han gastado
300.000 euros en la compra de e-readers. No obstante, también se han producido
ya las primeras quejas. Aquí ofrecemos un análisis del nuevo servicio.

1. Una plataforma en manos de Libranda

Libranda es una empresa que distribuye contenidos digitales y que fue puesta
en marcha por los principales grupos editoriales en 2011. Tal y como ha recalcado
eldiario.es su directora general, Arantza Larrauri, fueron ellos quienes ganaron el
concurso público el año pasado, a pesar de que ya existían bibliotecas públicas
que funcionaban con otras plataformas como XerCode Odilo.
Según Larrauri, Libranda ofrecía “un replique del ecosistema en la nube. Es la
única que tenía aplicaciones para los sistemas iOS y Android. Es decir, nosotros
ofrecíamos descarga doble,streaming e iOS y Android para lectura online y offline.
Esto es fundamental, ya que hay una comodidad total. Es la más compleja y las
más completa”. Además del servicio tecnológico, Libranda también ha sido la
encargada de ofrecer el contenido de los títulos digitalizados. El contrato con esta
plataforma es de un año.
–que tienen su servicio de préstamo de ebooks con la gallega XerCode–, esta decisión
del Ministerio “impone una colección determinada, con los fondos de libranda, a cada
Comunidad Autónoma. Lo idóneo hubiera sido un sistema mixto, de integridad de
plataformas, que cada CCAA hubiera decidido cual y luego interconectarlas. El
Ministerio obliga a que se trabaje durante un año con esto. Hubiera sido deseable
que cada uno pudiera trabajar con la plataforma que quisiera y poner los títulos que
quisiera”. Esto ha obligado a que se tengan que hacer nuevas conexiones tecnológicas,
causa del retraso del proyecto y que algunas comunidades, como Cataluña, Cantabria,
Baleares y Melilla no lo tengan hasta finales de año.
Para José María Nogales, vicepresidente de ANABAD, hay otra cuestión que tampoco
se ha dilucidado y es si el contrato con Libranda se va a renovar y si el Ministerio
seguirá pagando el año que viene las licencias. “Es que se tenía que haber contado
con nosotros. Tuvimos una reunión en julio para contarnos que ya se había dispuesto
todo. Y ahora no tenemos garantías de que este proyecto se quiera mantener o si el
año que viene serán los ayuntamientos los que tengan que pagar. Tiene que haber
una mayor garantía de que el proyecto seguirá en marcha”.
De hecho, en la propia Secretaría de Cultura tampoco se tiene muy claro cómo
seguirá el proyecto: “Tendrá continuidad pero se trata de un proyecto piloto por lo
que todavía es prematuro hablar sobre la forma de esa renovación”, reconoce
eldiario.es la subdirectora de Coordinación Bibliotecaria, Concepción Vilariño.

2. Kindle, excluido del préstamo

La plataforma ofrece el servicio de préstamo para iOS y Android, pero deja fuera
al sistema de Amazon, Kindle. Es decir, los usuarios que posean uno de estos
dispositivos no podrán tener acceso al préstamo público. Larrauri reconoce que
no ha sido un problema de Libranda, sino “una cuestión técnica”.
Según explica, “Kindle tiene su propio DRM y como la plataforma y servidor no
son de Amazon, no se pueden leer. No es problema del formato. La solución,
que no está en el pliego [del concurso] y que a mí me encantaría, es tener un
acuerdo de conexión técnica, que hubiera un vínculo técnico para que se pueda
desarrollar siendo Amazon el que proteja su propio artículo. En EEUU se llegó a
un acuerdo. Y quizá nosotros también, pero el Ministerio no nos lo ha pedido”.
Este diario se puso en contacto con Amazon para obtener su versión, pero no ha obtenido respuesta.
Para Sergio Carrasco, abogado y cofundador de derechoenred, al final el
problema deviene de los DRM. “Son ebooks que poseen un DRM temporal
[el tiempo de duración del préstamo] y eso lo hace incompatible con Kindle”,
asegura. Una situación con la que la industria ya se viene topando desde años.

3. 200.000 licencias: ¿demasiadas o pocas?

Las licencias son los derechos de autor que se han tenido que pagar a las editoriales
para el acceso a cada ebook. El Ministerio ha informado que se han comprado
200.000 y que cada una de ellas permite una media de 28 usos o lecturas,
“lo que supone que en esta primera fase la iniciativa permitirá 5,6 millones de
lecturas gratuitas de manera legal”. Tienen una duración media de 20 meses y
después habrá que ver si se renuevan. El coste de cada licencia, según la
Secretaría de Cultura, es de 0,27 euros.
Este número de licencias fue el pactado por el propio Ministerio (que es el que paga),
no por Libranda. Como recalca Vilariño, “fue la cantidad que se estimó adecuada
para que el proyecto llegara a un número de ciudadanos mínimo”.
La cuestión es si son demasiadas o pocas. Para Carrasco, “quizá son excesivas
para el número de usuarios que van a poder acceder, los que potencialmente van
a acceder. Pero va a dar igual porque ya están pagadas. Quizá se deberían haber
comprado menos y después ir comprándolas de forma adicional”. Los beneficiados
en este caso serán los editores.
Sin embargo, Nogales, de ANABAD, sostiene que deberían haber sido muchas
más y que el lote se ha quedado corto. “Es que además la selección de títulos
no se ha hecho como lo hacemos los bibliotecarios. Si por ejemplo una comunidad
tiene 100 títulos de infantil y 28 usos de cada uno de ellos, nos parece muy poco,
y puede que sea la propia comunidad la que tenga que comprar más”.
En el mismo sentido se expresan Francisco José Valentin, consultor y autor de la
Encuesta sobre adquisición y uso del libro electrónico y dispositivos de lectura
en las bibliotecas españolas, que se presentará en octubre en el Workshop ‘Proyectos digitales’, de Zamora, y Julio Alonso, bibliotecario de Traducción y Documentación de la
universidad de Salamanca y autor del blogUniverso Abierto.
“El modelo de licencias seleccionado implica que el Ministerio (los contribuyentes)
pagamos por uso pero en un número cerrado de títulos que está previamente
seleccionado. Si un título es especialmente leído en la colección de eBiblio, posiblemente
se agote y, por el momento, no sabemos qué modelo de renovación de la suscripción
va a seguirse. Tampoco sabemos qué pasará con las licencias que no se consuman:
¿podrán renegociarse?”, advierte Valentín. Según él, hubiera sido preferible otro tipo
de modelos como el pago por uso real, por el cual sólo se pague por los préstamos
realizados y sin previo pago, como ahora; o el pago por un periodo de tiempo,
es decir, se paga una licencia de uso ilimitado durante un año, por ejemplo.

4. Sólo 1.500 títulos para el préstamo electrónico

La licencia es la que te permite el acceso al ebook. En el pliego del concurso se
determinaba también que serían 1.500 títulos –1.000 de ficción y 500 de otros
contenidos–, seleccionados por una comisión del Ministerio. Como explica Larrauri,
Libranda dispuso 25.000 y fue la Administración la que decidió. ¿Por qué esos títulos,
la mayoría novedades, y no otros?  “Los títulos se han elegido por un grupo de trabajo
formado por representantes de Cataluña, Andalucía, Madrid y Castilla y León. eBiblio
ha sido concebido como un proyecto abierto en el que cada comunidad autónoma
puede completar su oferta en la medida de sus intereses y posibilidades”, insiste Vilariño
No obstante, a simple vista ya parecen pocos. Una búsqueda corriente de Martin Amis
da un resultado negativo. De David Foster Wallace, sólo La broma infinita. Prueben y
busquen. De hecho, comunidades como Madrid y Cataluña ya han solicitado un
aumento en las novedades, según asegura Larrauri, que tendrán que pagar cada una de ellas.
Sin embargo, para Valentin, el hecho de que la mayoría sean novedades “supone
un cambio de tendencia importante. En muchas ocasiones las colecciones de libros
electrónicos se han configurado con libros de fondo de catálogo de los editores y los
libros precargados en dispositivos de tinta electrónica son clásicos de la literatura universal.
Es decir, parece que eBiblio se preocupa por la demanda real de contenidos algo
que es, desde luego, una buena noticia”.
También Julio Alonso reconoce que esta selección es un buen inicio, ya que “están
las novelas que quiere leer la gente. Además, lo bueno que tiene esta plataforma es
la portabilidad, cada biblioteca puede comprar libros individuales y ofertarlos. Eso
Overdrive en EEUU no lo permite. En España cada biblioteca puede gestionar su
propia colección. Por eso, las plataformas que no tienen editores detrás no han
podido implementar los contenidos”.

5. El carné único no vale en todas las CCAA

El Ministerio ha asegurado que con el carné público de las bibliotecas se podrá
acceder a ebiblio, pero como manifiesta José María Nogales, no es del todo cierto.
Por ejemplo, en Madrid, Galicia y Extremadura, no hay un catálogo colectivo ni
carné único con lo cual no hay un protocolo sencillo para  acceder al servicio.
Es decir, uno puede tener el carné de las bibliotecas de la comunidad, pero no
sirve para las municipales y viceversa (tiene el de Madrid capital pero no vale
para las bibliotecas públicas de Fuenlabrada, o tiene el de las comunidades r
egionales y no vale para Madrid capital).
“Habrá que hacer un remedo de carné único. Y esta circunstancia supone otro
atraso”, advierte Nogales sobre un proyecto que, si bien implementará la
adquisición de libros electrónicos en las bibliotecas, aún tiene mucho que mejorar.

 

__._,_.___
Follow us on Social Media