Tras la crisis sanitaria, las grandes instituciones culturales tendrán que hacerse más modestas, más locales y más digitales
Los grandes museos celebran hoy con vértigo su Día Internacional. Vértigo y dudas ante el futuro de estrecheces y cambios que les espera a partir de junio, cuando la mayoría de los de Madrid, Barcelona y Bilbao prevén abrir.
Los gestores del Prado, el Reina Sofía o el Thyssen, lo mismo que del MNAC, el Macba o el Guggenheim, afrontan una nueva era donde la menor afluencia de público, los previsibles recortes presupuestarios y las incertidumbres en el sector a escala planetaria les abocan a olvidar las exposiciones y proyectos grandiosos; a tejer redes más domésticas que en parte compensen la menor circulación internacional; a cuidar más a sus públicos locales, y a profundizar en la digitalización de sus ofertas.
REAPERTURA EN JUNIO, CON CALMA
Aunque no hay fecha oficial, los grandes museos de Madrid cuentan con reabrir sus puertas en junio. El día concreto del mes no está claro, como sí lo está en el caso del Guggenheim, que abrirá el lunes 1, tal vez junto al Bellas Artes de Bilbao. El IVAM de Valencia madruga más y recibirá visitantes desde hoy mismo –gratis hasta fin de año–, con las mismas cautelas con las que ya lo hizo el Centro Botín el martes pasado. Los directores del resto de centros se muestran muy cautos y planean tomarlo con calma: primero volverán ellos y sus empleados hacia finales de mayo, después abrirán las salas con el límite de aforo que marquen las autoridades o incluso más restricciones, y por último quitarán el precinto de cafeterías y tiendas.
FRENO A LA GLOBALIZACIÓN
Gran parte de las exposiciones que se venían celebrando en Europa, Norteamérica y Australia se sustentaban en una red internacional por donde las obras circulaban con cierta fluidez –solas , por lotes o en giras expositivas– en virtud de un sistema de trueque entre instituciones que los coleccionistas privados completaban. Se trataba de un sistema bien engrasado y vigente desde hace decenios pero del que conviene hablar en pretérito porque es probable que la pandemia lo deje muy trastocado.
“Toda alteración de la estabilidad mundial es muy negativa para esta red”, dice el director del Thyssen, Guillermo Solana. Las situaciones de incertidumbre como esta pandemia encarecen los transportes y los seguros, amedrentan a los coleccionistas y retraen a los correos que se acompañan las obras en sus traslados a fin de asegurarse de que todo se hace bien. A corto plazo, eso sí, la solidaridad y generosidad todavía va a permitir que por el ejemplo el propio Thyssen aplace el cierre de su muestra de Rembrandt, del 24 de mayo al 30 de agosto. Del mismo modo que la Scuderie del Quirinale de Roma podrá reanudar su gran exposición de Rafael con los cuadros que el Prado ha aceptado mantener allí el tiempo que esa entidad lo requiera.
EXPLOTAR LO PROPIO Y LO CERCANO
El deterioro del entramado global de los museos sólo puede compensarse, en lo que se refiere a las exposiciones físicas, con una mejor explotación de los fondos propios y con la mayor utilización o la creación de redes locales. El Prado está a punto de hacer lo primero con su exposición Invitadas, que se inaugurará en los próximos meses con obras de mujeres artistas del siglo XIX y principios del XX que en un 90% están en los almacenes y las salas de la pinacoteca. En cuanto a redes locales, su potencial se vio sin ir más lejos el año pasado, cuando el Thyssen celebró su 25 aniversario con una exposición integrada por 28 obras que le prestaron 9 museos madrileños.
MÁS DIGITALES, SIN VUELTA ATRÁS
La pandemia ha disparado las visitas a las webs y las cuentas en redes de los museos. Es un camino sin vuelta atrás en la difusión del arte. El Prado no será el mismo después de ver cómo las visitas a sus páginas en internet –12,6 millones del 11 de marzo al 1 de mayo– llegaban a multiplicarse por 78 respecto al mismo periodo del año pasado. Ni el Reina Sofía puede desatender la sección audiovisual que ha llenado con 240 vídeos de exposiciones y actividades, así como con decenas de audios y publicaciones de descarga gratuita. El futuro de los museos es en gran medida digital.
EL PÚBLICO Y EL DINERO
Ahora bien, estas entidades difícilmente pueden monetizar su actividad virtual como lo hacen otras de carácter lucrativo. Sin los ingresos por entrada, más el complemento de las ventas en tienda y cafetería, lo tienen difícil para mantenerse… A no ser que las administraciones aumenten sus presupuestos museísticos para compensar la caída en las cifras de visitas presenciales. Esa caída se da por segura, profunda y duradera a consecuencia de las medidas contra el virus en primer lugar y, después, por el miedo al contagio, el empobrecimiento del público y la merma de turistas extranjeros (el 60% de los visitantes del Prado y el Thyssen).
¿ENTRADA GRATIS?
En sintonía con la decisión del IVAM de no cobrar entrada hasta fin de año, algunos gestores como el director del Macba, Ferran Barenblit, defienden “plantearse” la opción de dejar de cobrar las visitas a las colecciones permanentes a fin de contrarrestar la inevitable pérdida de público por la pandemia.
Y es que ya desde la crisis del 2008 y por tanto antes de la irrupción del coronavirus “el problema de la mayoría de los museos no es la masificación sino que vaya alguien”, dice Guillermo Solana. Y el director del Prado, Miguel Falomir, suele subrayarlo: “El 80% de los museos están vacíos”. El propio Ministerio, al fijar la desescalada en el sector, avanzó una posible campaña de promoción para atraer a los visitantes, con entrada gratis al menos dos meses.
AUSTERIDAD, COLABORACIÓN, IDEAS
Entonces, si falta público y se reduce o hasta se suspende el flujo de la que para muchos museos es la primera fuente de recursos propios –la entrada– ¿de dónde saldrá el dinero necesario para asegurarles una supervivencia digna? La pregunta inquieta. “Es que no se trata sólo de las exposiciones. El mantenimiento de un museo es costosísimo”, clama Solana. Sería ilusorio pensar que las administraciones van a aumentar los presupuestos para estas instituciones. Y los planes de refuerzo del mecenazgo pueden resultar muy tocados por la reordenación de prioridades en la recesión que viene. Conclusión: los museos no sólo van a tener que cambiar de modelo sino que deberán apretarse el cinturón, aparcar todo proyecto cuantioso y reciclarse por completo a base de austeridad, aprovechamiento de su capital, cooperación con otros centros y mucha, mucha imaginación