Despreciando a las Bibliotecas Públicas.

 

Artículo publicado el día 28 DE JUNIO DE 2016 POR 
 

DESPRECIANDO A LAS BIBLIOTECAS PÚBLICAS

 

||por JESÚS SALAS, bibliotecario||

El pasado sábado más de quinientos aspirantes participaron en un proceso de selección para cubrir puestos de trabajo en la Biblioteca Central de Cantabria. Había allí muchos nervios, DNI en la mano, bolígrafos de recambio y caras de tensión. Una convocatoria, plazo de presentación, abono de tasas, exenciones de pago, examen, tribunal…. lo propio de una oposición.

Sin embargo, aquello no era una oposición para entrar en la administración, sino un simple proceso selectivo para trabajar en una empresa pública. Una diferencia sutil pero muy importante que asienta un modelo de arbitrario y precario en la gestión de la principal biblioteca de Cantabria.

Las empresas públicas nacieron para superar la estructura rígida y lenta de las administraciones y comenzaron a medrar en época de bonanza con el bipartito PRC-PSOE ante crisis.

Una forma de llegar donde la administración no podía pero en la que también cabía el despilfarro y el clientelismo oculto a los controles públicos. Era un modelo sospechoso pero poco cuestionado en época de bonanza.

Pero la música dejó de sonar y la fiesta terminó. Cuando en 2009 el gobierno central (encargado de la restauración del edificio) entregó el antiguo depósito de Tabacalera como sede para la nueva Biblioteca Central, la crisis económica ya empezaba a ahogar las cuentas autonómicas.

Biblioteca Central

Biblioteca Central

onal el edificio con un presupuesto menguante y para hacerlo de forma rápida y barata pensó en una empresa pública.

Sin embargo, a pesar de intentar dar un barniz de objetividad a la selección de parte del personal, la contratación se convirtió en un instrumento del clientelismo más descarado.

Un modelo que permitía ofrecer personalmente puestos de trabajo sin ningún problema para tejer redes de lealtades personales o pagar favores políticos.

La oposición del Partido Popular denunció entonces la situación, llegando a publicar un listado con supuestos enchufados en la biblioteca y prometiendo la solución que a todos parecía obvia: la convocatoria de oposiciones públicas para cubrir esos puestos de trabajo.

Sin embargo, cuatro años de gobierno entre 2011 y 2015 no fueron suficientes para cumplir con lo prometido y se mantuvo el modelo anterior.

Con la vuelta del bipartito al gobierno tras las elecciones de 2015, lo que un consejero del PRC creó y otro del PP mantuvo, uno del PSOE lo asienta definitivamente como modelo de contratación. Y lo peor es que ya nadie parece cuestionarse que se gestione el personal a través de una empresa pública, que no se convoquen oposiciones, que convivan trabajadores con derechos distintos, que la vía al clientelismo siga abierta. Nos conformamos con que el consejero de turno se porte bien y no cuele a nadie.

No es solo una cuestión de derechos laborales de los trabajadores. Es una cuestión de la consideración que se tiene por las bibliotecas y la gestión cultural pública. No valorar a los trabajadores, su formación y sus condiciones de trabajo significa no valorar el servicio que prestan, la importancia de su función y su utilidad como motor cultural. Es el reflejo de la desidia y abandono que sufren muchas de las bibliotecas del Sistema de Lectura Pública, la falta de medios, espacios inadecuados y fondos bibliográficos escasos. Un desprecio, en definitiva, a lo que significan las bibliotecas públicas.

 

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