Comunicado en repulsa por la privatización del Registro Civil

Estimados amigos y amigas:

Como os anunciamos recientemente, os adjuntamos el comunicado que la Cátedra Complutense “Memoria Histórica del siglo XX” a lo largo de hoy, martes día 15 de julio, va a hacer público en repulsa por la privatización del Registro Civil.

Dada la gravedad de la situación y la necesidad de articular una respuesta lo más amplia posible, os solicitamos su difusión por los medios que estén a vuestro alcance.

Sin más por el momento, y agradeciéndoos de antemano vuestra ayuda, un saludo.

 

(Coordinador de Programas-CCMHSXX)

 

Cátedra Complutense “Memoria Histórica del siglo XX


COMUNICADO:


LA CÁTEDRA COMPLUTENSE “MEMORIA HISTÓRICA DEL SIGLO XX” RECHAZA LA PRIVATIZACIÓN DEL

REGISTRO CIVIL Y ALERTA DE LOS RIESGOS QUE CONLLEVARÁ PARA LA INVESTIGACIÓN HISTÓRICA

 

La CCMHSXX manifiesta su enérgico rechazo a la privatización del Registro Civil, cuya

gestión se sustraerá a los juzgados y funcionarios judiciales para pasar a manos de los

registradores de la propiedad mercantil. Lo anterior, según el Decreto 8/2014, de medidas

urgentes para el crecimiento, la competitividad y la eficiencia (BOE 5.7.2014).

El Ministro de Justicia del Reino de España, Alberto Ruiz Gallardón, siguiendo las pautas de su

partido, mantiene así su pertinaz política de privatizaciones, aún a riesgo de poner en peligro la

normalidad y la viabilidad de los servicios públicos más básicos. Desde la alcaldía de Madrid ya

lo hizo con la gestión del Padrón y del Registro Municipal, entre otras muchas actuaciones en la

misma dirección, con tal “eficiencia” privatizadora que dejó casi todos los asuntos locales en

manos de empresas amigas.

Ahora plantea reformas de calado en los registros: inventariar y describir los libros antiguos,

para lo que se ha contratado al Corte Inglés, y crear un gran fichero informatizado, único para

toda España, donde se harán los apuntes en lo sucesivo. Se espera que los registradores –futuros

encargados de su gestión– contribuyan a financiar el programa informático ad hoc. Pero, al no

poder cobrar sus servicios al público, se entenderá que manifiesten su “absoluta

disconformidad” con los planes ministeriales. Tampoco están de acuerdo los sindicatos ni los

trabajadores afectados, en especial los contratados temporalmente. En la actualidad, son más de

5.000 trabajadores trabajando en 440 juzgados, que serán sustituidos por unos cien registradores

en solo sesenta oficinas. El Ministerio de Justicia asegura que la informatización del sistema

compensará de sobra tan tremendo desequilibrio.

Más allá de los problemas técnicos y laborales que pueda generar el mencionado proyecto, este

suscita múltiples preocupaciones por la masiva trasferencia de datos personales desde público al

mercantil. La búsqueda de rentabilidad económica del “derecho a la información” será su

consecuencia más directa. La gravedad de tal medida es clara: la venta de la información más

básica de la vida personal y familiar de todos los ciudadanos y ciudadanas. Esta decisión

política, junto con la aprobación de la conocida como cuestionada “Ley de Transparencia” (Ley

19/2013) y vaciamiento total de la “Ley de Memoria Histórica” (Ley 52/2007) en la presente

legislatura, evidencian la ausencia de cualquier tipo de sensibilidad democrática por parte del

actual Ejecutivo.

Nos preocupa también un aspecto relevante como investigadores: la posibilidad de un todavía

mayor retroceso en el acceso a los registros de defunciones, en tanto constituye un medio básico

para conocer la represión durante la Guerra civil y la dictadura franquista (a sabiendas de que

faltan muchas, quizá la mayoría de las defunciones, por registrar). Hace años que el movimiento

social por la memoria democrática reivindica que el Estado, a través de una Comisión de la

Verdad o una iniciativa similar, ponga los medios necesarios para que, al menos, consten como

difuntos toda esa legión de víctimas de la vesania franquista que no aparecen en los libros de

defunciones o lo hacen como “cadáveres desconocidos”. Es evidente que este tipo de minucias

propias de historiadores, victimas o familiares de víctimas estarán muy alejadas de las

preocupaciones de los registradores, pues ni siquiera ha merecido la atención de las autoridades

competentes hasta ahora. Y si el acceso a los libros de defunciones ya contaba con suficientes

trabas (ver la instrucción de la D. G. De Registros y Notariado de 4/11/2008), no parece que la

gestión privada de los registros vaya a mejorar las cosas, ni mucho menos.

 

Madrid, julio de 2014

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