Colaboración La vergüenza oculta del imperio británico
POR IOSU PERALES – Sábado, 15 de Agosto de 2015
«más de 700 cajas que “habían estado perdidas” durante 50 años narran la brutal represión contra los Mau Mau»
La posición del primer ministro David Cameron al tratar de modo despectivo como plaga a la migración que intenta entrar en el Reino Unido, y poner enormes medios policiales y represivos para impedirlo, ha sido contestada por numerosas voces dentro y fuera de sus fronteras al tachar de inhumano al poderoso mandatario.
Lo que tal vez muchas lectoras y lectores no sepan es cuál fue precisamente el comportamiento del imperio británico en sus colonias africanas, a las que entró sin permisos ni papeles, simplemente con fuerzas militares que impusieron el terror y el genocidio. Hablemos por ejemplo de Kenia.
Fíjense en la fotografía que ilustra este artículo. Son veteranos patriotas keniatas que lucharon por la independencia y viajaron a Londres para entregar una carta de protesta en la residencia del primer ministro británico, en el año 2009. En su carta pedían responsabilidades, justicia y reparación, habida cuenta las masacres llevadas a cabo por tropas británicas en los años cincuenta.
Caroline Elkins, historiadora de la universidad de Harvard, calcula que entre 160.000 y 320.000 kenianos fueron llevados a campos de concentración, 1,5 millones de personas fueron detenidas y trasladadas a la fuerza a poblados “protegidos” y hasta 30.000 keniatas murieron durante la guerra de independencia a manos de los británicos. Del lado de la potencia colonial murieron apenas 100 británicos y 1.800 africanos leales al régimen colonial.
En marzo 2011, se dieron a conocer más de setecientas cajas de documentos top secret que “habían estado perdidos” durante cincuenta años y que narran con lujo de detalles las torturas y los asesinatos de la década de los cincuenta. Los vergonzosos crímenes han puesto al imperio británico en su verdadero lugar. Es verdad que políticos e intelectuales eran conscientes de la brutal agresión contra el pueblo keniano, especialmente contra los insurgentes de la etnia kikuyu, pero para la gran mayoría de los británicos ha sido desagradable saber que su ejército civilizador de África llevó a cabo de manera sistemática todo tipo de brutalidades. Antes de ser asesinados muchas víctimas fueron castradas y las mujeres violadas, siendo numerosos los ejecutados tras procesos sumarísimos sin garantías legales.
Los británicos, según los documentos que estaban escondidos en el Foreing Office, llevaron a cabo su brutal represión contra la población y los guerrilleros Mau Mau siguiendo una política oficial organizada desde Londres. Los papeles contienen reseñas mensuales sobre la eliminación de los enemigos que no eran otros que la población autóctona resistente al robo de tierras, al trabajo en régimen de semi-esclavitud y en general al injustificado dominio británico. En uno de los folios se cuenta como los británicos asaron vivo a uno de los rebeldes.
Es curioso que hasta el año 2002 las víctimas no pudieron hacer una reclamación formal a Londres por prohibición del propio Gobierno keniata, lo que prueba la connivencia del poder local tras la independencia de 1963 con el poder británico. Cuando pudieron hacerlo veteranos de la guerra contra la ocupación presentaron ante la justicia británica peticiones de reparación y el reconocimiento de responsabilidades. Fueron años de litigios, al final de los cuales Gran Bretaña tuvo que aceptar que cometió abusos, crímenes y atrocidades, entrando en un proceso de negociación de millonarias indemnizaciones compensatorias a decenas de miles de keniatas. Pero nunca ha pedido formalmente perdón por ello. Una de las víctimas fue Hussein Onyango Obama, el abuelo del actual presidente de Estados Unidos.
En relación a estos hechos, el relator de la ONU sobre Tortura y Tratos Crueles, Juan Méndez, escribió una carta privada al primer ministro David Cameron, para advertirle que la posición de Londres amenaza su autoridad moral en todo el mundo.
En la actualidad las relaciones entre la Europa neoliberal y conservadora con las poblaciones africanas parecen ser la continuación del grave desencuentro que proporcionó la colonización del continente. Lo que estamos viviendo, la tragedia de las multitudes de migrantes debe avergonzar a la condición humana. De manera particular, la posición de Cameron es de las que matan dos veces a una misma población: antes como potencia colonizadora ciertamente salvaje; ahora como fabricante de muros que condenan a miles de seres humanos a los mayores sufrimientos.
¡Señoras y señores, esta es la Europa que tenemos! Mejor construyamos otra.