La inmensa mayoría de los agentes culturales en cualquiera de sus vertientes y especialidades han mostrado su completa oposición a la implantación del 21 % de I.V.A. a la actividad mercantil e industrial vinculada a la cultura; el llamado IVA CULTURAL.
Se argumenta que al incrementar tan notablemente la presión fiscal sobre los productos culturales el público, usuarios y clientes de tales productos consumen menos, con lo cual se llega incluso a la tremenda realidad contradictoria de que el fisco consigue recaudar menos con un tipo impositivo más alto que cuanto el tipo era inferior y se consumía más.
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