Desde la década de los 80 el discurso archivístico en torno a los recursos de información digitales y el documento digital de archivo se ha articulado alrededor de una lectura de sus atributos como recurso digital y sus implicaciones para conceptos raigales de la archivística tales como: autenticidad, mutabilidad, fijeza y tangibilidad.
Estos primeros acercamientos teóricos en la archivística, enfocados en el impacto tecnológico sobre los modos de registrar, acceder y almacenar información estuvieron marcados por preocupaciones sobre el modo en que el ambiente digital afectaba las definiciones de documento de archivo para su gestión y la preservación de sus valores evidenciales de veracidad, confiabilidad, autenticidad, integridad y continuidad digital, a lo largo del tiempo (Bearman, 1994) (Duranti, 2001) (Cook, 2001) (Mena 2006) (UNESCO/UBC, 2012)
La comprensión de los documentos de archivo como objetos fijos, físicos, tangibles, impolutos (Jenkinson, 1922) cuya autenticidad emana de una serie determinada de elementos físicos se vió en crisis con la irrupción del documento digital.
En este sentido, las miradas postcustodiales sobre el documento de archivo centraron su foco en distintas dimensiones, entre ellas el impacto de los sistemas digitales en la forma de registrar información y el modo en que esto afectó los consensos (hasta el momento) sobre los conceptos de autenticidad.
El objeto digital surgido en la década del 80, fácil de editar, duplicar, manipular, transmitir y difundir pone en crisis los recursos existentes para demostrar la autenticidad de los documentos de archivo. Ante este, la confianza depositada en una serie de elementos textuales y físicos pierde su valor en el entramado que suponen los lenguajes de programación. Se separan las estructuras físicas y lógicas del documento de archivo y este pierde su corporeidad, adquiere una naturaleza desagregada (Delgado, 2011). El documento existe en un código fuente que lo registra y permite su acceso a través de un software que a la vez lo traduce (a través de los periféricos) a una interfaz legible por seres humanos.
Los NFT (Tokens no fungibles), blockchain y el objeto digital
Desde los archivos, a pesar de la continua y constante deuda con siglos de patrimonio documental tradicional (físico), no podemos dejar de mirar las nuevas formas de registro e intercambio de información. Los NFT han devenido en la más reciente tecnología
El valor patrimonial de estos nuevos documentos incluye dimensiones tecnológicas, derivadas de la tecnología de registro; económico sociales, derivadas de las relaciones de propiedad que se generan a través de este tipo de documentos y artísticas.
¿Que son los NFT?
Los tokens no fungibles son según la revista Forbes, activos digitales que representan objetos del mundo real y que son comprados y vendidos vía internet. Estos ficheros digitales utilzan la tecnología blockchain para su creación y registro. En consecuencia, los ficheros (NFT) son únicos, la autenticidad de estos ficheros se certifica en la inalterabilidad de sus metadatos.
En términos generales, se trata de un objeto digital imposible de modificar, duplicar o editar, cuya información de contexto (metadatos) es inalterable y a la vez es su principal fuente de autenticidad. La tecnología que permite esto se denomina “blockchain”, según Duranti (2017) esta consiste en un “tipo de contabilidad distribuida en la que conjuntos de transacciones confirmadas y validadas se mantienen en bloques, que están enlazados (encadenados) en una cadena a prueba de manipulaciones” y no se trata de un sistema de gestión documental.
Desde el punto de vista tradicial de la archivística el impacto del uso de la tecnología de cadena de bloques medio para el almacenamiento de información producto de acciones y transacciones administrativas podría leerse como:
- Una ruptura con el principio de procedencia y origen desde la creación y almacenamiento de los documentos. Son los metadatos los responsables de representar y presevar la información contextual.
- Una necesidad de repensar los indicadores y criterios de autenticidad en el objeto digital.
En el caso de los NFT estos han sido asociados principalmente a la creación de objetos artísticos, fotografías, música, video u otras manifestaciones. El coleccionismo digital, (anteriormente sin sentido) encuentra en los tokens no fungibles una manera de agrupar objetos digitales únicos, e inmodificables. Si en algún momento la facilidad para editar y duplicar un objeto digital hizo de estos un activo sin valor de colección, en la actualidad ocurre todo lo contrario.
Los NFT, al estar registrados en una cadena de bloques no pueden ser editados, cuentan con un código único que los identifica y autentica, su custodia (en este caso propiedad) reside en la transferencia de derechos no en su duplicación.
Tal como ocurrió en la década del 80, las tecnologías para la creación, registro, y almacenamiento de objetos digitales introducen nuevas respuestas a las preguntas tradicionales de la archivística relativas a la autenticidad de los documentos. La tecnología de cadena de bloques, aunque podríamos considerarla incipiente para el contexto archivístico latinoamericano, puede ser la forma de los futuros conjuntos de datos que formarán los archivos de esta socidad cada vez más digital.
Respecto a los tokens no fungibles, ya podemos asumir como un hecho que estos se han convertido en una tendencia de coleccionismo digital. Fotografías, música, videos, ilustraciones y todo tipo de manifestaciones están siendo vendidas y compradas como NFT. ¿Serán estas las colecciones y fondos del futuro? |