José Martínez Ruiz (Azorín) pasó toda su vida rodeado de libros. Desde que vino al mundo, en 1873 (el próximo 8 de junio se cumplirán 150 años), quien, años después, se convertiría en un reconocidísimo escritor, vivió en un ambiente que, si no determinó de forma irremediable su destino, sí debió de influir, de manera decisiva, a la hora de moldear su carácter.
El interés por la lectura fue una constante en la obra y el pensamiento de Azorín: una especie de “amor de juventud”, al que siempre se mantuvo fiel. En uno de sus libros de recuerdos, titulado Memorias inmemoriales (1946), nos contó que, siendo pequeño, solía ver a su padre por la noche, antes de cenar, “sentado de costado en su mesa y leyendo un libro de historia”. Por entonces, nuestro protagonista no era todavía “Azorín”; era un adolescente inquieto, que curioseaba en la biblioteca familiar de su progenitor. Dicha costumbre paterna, la de convivir a diario con los libros, influye determinantemente en su temprana afición por la lectura y en su futura vocación literaria.
Para conmemorar el 150 aniversario de su nacimiento, Francisco Fuster (Profesor Titular de Historia Contemporánea en la Universidad de Valencia) esbozará lo que podría haber sido un capítulo más de esas memorias que el autor de La voluntad nos dejó repartidas en varios volúmenes. Un autorretrato que nos descubra el origen de la pasión azoriniana por la lectura y su posterior evolución.
* En la imagen: Ramón Gómez de la Serna (izquierda) y Azorín (derecha).