iNFORMACIÓN DE: El archivo: la gestión de la memoria. 18 de febrero de 2013.
Es todo un clásico el supuesto desencuentro que suele existir entre los archiveros y los bibliotecarios. Y digo “supuesto” porque realmente estoy por encontrarme con un bibliotecario con el que sentirme “desencontrado”, razón por la que considero que esa colisión no es más que una leyenda urbana que –salvando casos específicos y especiales, porque todos somos humanos-, nada o poco tiene que ver con la realidad.
¡Juntos…!
Sí…juntos. Porque a nadie se le escapa que tanto los archiveros como los bibliotecarios parten de un tronco común: la información y la documentación. Ambos profesionales son gestores documentales y también gestores de la información. Los documentos y los datos en ellos contenidos se erigen en el motivo básico de su actividad, de ahí que bibliotecarios y archiveros se encuentren más cerca de lo que, en principio, podríamos imaginar.
Esta cercana realidad queda perfectamente representada, a mi juicio, tomando como punto de referencia los estudios de Documentación, ya sea la casi extinta licenciatura como el nuevo grado, cuya denominación ya es suficientemente explícita: Grado en Información y Documentación ¿No tenemos cabida bajo este epígrafe tanto los archiveros como los bibliotecarios? Un repaso a las materias y asignaturas que dan forma a los contenidos curriculares de dicha carrera –tomando como punto de referencia el plan de estudios de la Universidad Carlos III de Madrid- ilustra de una manera diáfana los puntos en común que se establecen entre los archiveros y los bibliotecarios. Repasemos pués algunos de esos contenidos: Ética y Deontología Profesional, Fundamentos de Administración de Empresas, Gestión de Recursos Humanos y Financieros, Gestión y marketing de unidades de información, Relaciones entre la Información y la Sociedad, Estadística, Información y referencia, Informática, Tecnologías de Internet, Gestión de contenidos web, Fundamentos de programación, Edición digital, Fundamentos y diseño de bases de datos, Historia del documento, Historia de las instituciones, Sistemas de clasificación del conocimiento, Estudios de usuarios, Indización y resumen, Propiedad intelectual, etc., son algunas de las asignaturas que no tienen ni el apellido “Biblioteconomía” ni el de “Archivística”, pero sin duda alguna pueden ser aplicadas tanto a un campo como a otro. Todas estas materias contribuyen a capacitar al profesional de la información a desarrollar su trabajo, ya sea en un archivo, en una biblioteca o en un centro de documentación. La esfera en la que nos movemos los profesionales es única: la información, siendo ésta, junto a los documentos –ya sean impresos, audiovisuales o manuscritos, entre otros-, su objeto de estudio. O es que… ¿no son tanto los archivos como las bibliotecas unidades de información que hay que saber administrar, gestionar y organizar? ¿acaso no es necesario tener conocimientos en el ámbito archivístico y bibliotecario de edición digital, de las tecnologías de Internet y sobre las bases de datos y la arquitectura web ? ¿no es menos cierto que es de gran ayuda para un archivero, igual que para un bibliotecario, conocer los sistemas de clasificación, la indización y la forma de construir un resumen? ¿no es importante para los dos profesionales conocer los usuarios aplicando para ello en algunos casos la estadística? ¿no debe sustentarse la actividad profesional en la ética? Y la gestión web ¿no ha de ser desarrollada por todos? En fin, seguir pensando que los estudios de documentación están destinados a formar únicamente a bibliotecarios y que no capacitan lo suficiente para ser archivero está, desde mi punto de vista, muy lejos de la realidad.
La visión de conjunto que otorga acerca del microcosmos informacional global este tipo de carreras enriquece la labor de los profesionales, introduciendo a los futuros bibliotecarios en la disciplina archivística y facilitando a los futuros archiveros armas muy poderosas que pueden ser utilizadas en su trabajo diario, al margen de que existan materias específicas para cada una de estas secciones de la gestión documental, que sean, quizás, las que nos hacen… ¡no estar revueltos! No obstante, ambos son oficios relacionados con el documento en sentido amplio, y, del mismo modo, tal como afirmaba José López Yepes, tanto la archivística como la biblioteconomía tiene como objetivo el estudio de un proceso informativo con la finalidad de facilitar la producción de nuevo conocimiento, hecho que acerca aún más ambas disciplinas.
¡…pero no revueltos!
Archiveros y bibliotecarios. Son abundantes los puntos que nos hacen estar cerca los unos de los otros. Sin embargo, sería absurdo no tener muy presente que nos encontramos ante dos especializaciones dentro de un mismo universo documental, hecho que nos lleva a encontrar especificidades que contribuyen a que estemos ¡juntos…pero no revueltos!
En otras palabras, el hecho de que los archiveros trabajen preferentemente –aunque no de forma excluyente- con manuscritos y, cada vez más, con documentos electrónicos, y los bibliotecarios de una manera predominante lo hagan con impresos y también con otro tipo de documentos electrónicos, aunque no sólo con éstos, ha contribuido a que las dinámicas de trabajo sean diferentes y que las pautas, normas y estándares empleados también sean diferenciados, sin olvidar nunca que ambos parten de un tronco común.
Utilizando la fuente ya aludida –plan de estudios de la universidad Carlos III- podemos observar cómo junto a esas asignaturas mencionadas que bien podrían servir a ambos profesionales, conviven otras materias más específicas que, como Archivística, Paleografía y Diplomática, Archivos de Empresa, Gestión técnica de Documentos de Archivo o Gestión Electrónica de Documentos, adquieren todo su sentido en el ámbito de los archiveros; mientras que otras como Bibliotecas públicas y escolares, Catalogación automatizada, Catalogación avanzada, Análisis y descripción del libro antiguo o Gestión y desarrollo de la colección, están más dirigidas hacia los futuros bibliotecarios. Porque, en efecto…
¡estamos tan cerca y tan lejos a la vez!
Somos profesionales complementarios que, juntos, damos todo el sentido posible a los procesos y técnicas documentales.
Y al estar tan juntos, la línea que nos separa en muchas ocasiones es muy débil, encontrando, por ejemplo, material bibliográfico entre las colecciones y fondos documentales archivísticos lo que lleva a incorporar en ocasiones descripciones basadas en las reglas de catalogación bibliográfica en el campo alcance y contenido del estándar ISAD(g). Es bueno que estemos juntos, pero también es muy bueno que no estemos revueltos. De esta manera las disciplinas avanzan solventando los problemas que cada una de ellas presenta, ganado así en coherencia de manera independiente, y contribuyendo a dotar de mayor consistencia a la Documentación de una manera general.