La colección Xalambrí, un tesoro cervantino en el corazón de Montevideo
EFE – Montevideo
Un Quijote con rostro de samurái, otro ilustrado por Dalí y ejemplares de la universal obra en decenas de lenguas o taquigrafiados integran la colección cervantina del escritor Arturo Xalambrí (1888-1975), ubicada en Montevideo y considerada una de las más completas de Sudamérica.
“En América del Sur es la colección más importante. No estoy seguro si por número de ejemplares pero sí por el valor histórico, material y la rareza que las hace excepcionales”, señala Fernando Aguerre, director del Centro de Documentación y Estudios de Iberoamérica (CEDEI) de la Universidad de Montevideo (UM).
La capital uruguaya, que en 2015 fue nombrada “Ciudad Cervantina”, prepara las actividades con las que en 2016 homenajeará al escritor Miguel de Cervantes, máxima figura de la literatura española y de quien este año se cumplen cuatro siglos de su muerte.
El desarrollo cultural de la ciudad y su adhesión al maratón mundial de lectura de la obra máxima del autor, “Don Quijote de la Mancha”, fueron algunas de las razones por las que Montevideo obtuvo ese nombramiento durante el último Congreso Internacional de la Asociación de Cervantistas.
Además, para Esther Pailos, directora de la Biblioteca Nacional de Uruguay, la variedad de colecciones de Cervantes que tiene el país ha sido fundamental para obtener el título.
Pailos, que anteriormente fue directora de la Biblioteca y Centro de Documentación de la Universidad de Montevideo, dijo a Efe que muchos de los ejemplares tienen el valor agregado de contar con dedicatorias y datos de los anteriores propietarios.
De los más de 12.000 volúmenes que integran la biblioteca de Xalambrí, miembro de una familia de industriales zapateros, casi una cuarta parte está compuesta exclusivamente de obras relacionadas con Cervantes.
Dividida esa sección en tres órdenes, el primero comprende múltiples ediciones de “El Quijote” -cuya primera parte se publicó en 1605 y la segunda diez años después-, el segundo el resto de obras de Cervantes y el tercero ensayos y monografías dedicados al novelista, nacido en Alcalá de Henares en 1547.
Así, un total de 1.053 libros corresponden a la obra de Alonso Quijano y Sancho Panza; el más antiguo y el de más valor un ejemplar de 1611 publicado en Bruselas.
Además de en castellano, en la colección, que acoge también objetos relacionados con Cervantes, hay ediciones del Quijote en otras 24 lenguas como catalán, flamenco, gaélico, esperanto, sueco, holandés, serbio, croata, griego, latín, hebreo, magiar, chino y árabe.
También se pueden encontrar ejemplares en braille, taquigrafiados y publicados en papel corcho.
Aguerre argumenta que Xalambrí era “un hombre corriente” con una gran afición, “la pasión del buen libro”, y que detrás de su afán por la obra de Cervantes estaba la pasión “por hacer llegar a muchas personas buenos libros”.
Fue así que su inaudita biblioteca, que se completa con otros 9.600 volúmenes de clásicos de la literatura y pensamiento españoles, no se libró de andanzas casi quijotescas.
Xalambrí tuvo dos hijas, y mientras una de ellas hizo la carrera de Letras y se marchó a vivir a París, la otra decidió ser monja de clausura, y fue al monasterio de Montevideo donde vivía al que el coleccionista, en sus últimos años de vida, legó toda su colección.
“Cuando la hija vio que pasaban los años y envejecía y que esta colección no tenía sentido que estuviera en un monasterio, pensó en legarla a una institución que pudiera administrar este acervo y que estuviera al servicio de los investigadores”, recuerda el director del CEDEI.
Fue así que en el 2000 sor Teresa legó esta colección a la UM, que la conserva en su centro de documentación en el mismo orden que Xalambrí dispuso.
Libros pequeños y grandes e innumerables curiosidades conforman la biblioteca quijotesca, entre ellas una edición con 59 láminas iluminadas a mano por Serizawa Jugaku, publicada en Kioto en 1936 y con un Quijote con rostro de samurái.
También un ejemplar en papel esparto con 45 láminas originales de Salvador Dalí, otro de 1911 encuadernado con piel valenciana y otro en cuatro tomos de 1755 e pergamino.