El mayor marchante mundial de manuscritos es investigado por estafa

El Madoff de los manuscritos

SUR.es

Gérard Lhéritier, el mayor marchante mundial de documentos autógrafos. Gérard Lhéritier, el mayor marchante mundial de documentos autógrafos. / MARTIN BUREAU/AFP

  • El mayor marchante mundial de manuscritos es investigado por estafa

 
 

ador d

¿Emperador del  manuscrito o Madoff de los bibliófilos? ¿Rey Midas que convierte el papel antiguo en oro o estafador entre líneas de un gigantesco timo de las estampitas? Gérard Lhéritier, el mayor marchante mundial de documentos autógrafos, está en el punto de mira de las autoridades francesas por sospechar que ha escamoteado 700 millones de euros a 18.000 inversionistas con un insólito montaje piramidal. El castillo de naipes está construido con cartas del general De Gaulle o Gauguin, poemas de Verlaine, originales de André Breton, el Marqués de Sade o Victor Hugo, el testamento político de Luis XVI y escritos de Balzac o Flaubert. Son las letras del tesoro de un autodidacto sexagenario, hijo de fontanero que hizo carrera militar, detentor hoy la 431ª fortuna del país con un patrimonio valorado en cien millones de euros.

La pasada primavera la Dirección General de la Competencia, el Consumo y la Represión de Fraudes (DGCCRF) se interesó por los sorprendentes rendimientos financieros anunciados por Aristophil, la empresa fundada por Lhéritier en Niza en 1990. Esta sociedad comercial, en la que trabajan 65 empleados, propone a inversores privados comprar en indivisión colecciones de manuscritos antiguos. El contrato estipula que Aristophil se reserva el derecho de recomprar los bienes al cabo de cinco años con una plusvalía del 8 por ciento anual, es decir un 40% en total. «En otros términos, usted invierte 100 el primer año y recupera 143,75 el quinto año», prometen los prospectos de la firma. Además los documentos están exentos de tributar en el impuesto sobre el patrimonio ya que se les asimila a obras de arte.

«La voluntad de Aristophil es permitir a todos tener un día entre las manos uno de estos fragmentos de la historia. Los miembros de la indivisión participan así en una verdadera promoción cultural de la escritura», pregona su propaganda. En realidad, el rollo de ‘Los 120 días de Sodoma’ que Sade había escondido entre dos piedras en su celda de La Bastilla o el codiciado ‘Manifiesto del Surrealismo’ permanecen custodiados en las arcas de la empresa junto a otros 135.000 documentos. El partícipe no posee más que varias partes, a 1.500 euros cada una, de un fondo integrado, un suponer, por cinco cartas autógrafas de Voltaire, un manuscrito de Kerouac o una partitura original de Debussy o Liszt.

A la vista del informe de la DGCCRF que consideraba exagerados los precios tasados de las colecciones, la Fiscalía de París abrió una investigación preliminar por los presuntos delitos de estafa en banda organizada y práctica comercial engañosa. A mediados de noviembre agentes de la brigada financiera registraron los locales de la firma y el domicilio particular de su fundador además de precintar las vitrinas y cofres donde se guardan los documentos. Los investigadores creen haber descubierto los cimientos de una ‘pirámide de Ponzi’, nombre del marchante de sellos que en los años 1920 montó una estafa consistente en prometer a los inversores rendimientos imposibles, financiados por las aportaciones de los recién llegados.

Un ‘Chopin’

Lhéritier niega ser el Madoff francés. «Madoff era viento. Tomaba los duros de unos para pagar a los demás. Pero enfrente no había nada, ningún activo. Nuestros clientes son propietarios de las colecciones que les hemos vendido incluso si Aristophil desapareciese», afirma en una entrevista concedida a ‘Nice Matin’, en la que se compara a un promotor inmobiliario que financia con la venta de pisos la construcción de un nuevo inmueble. En la conversación con el diario de la ciudad donde nació hace 66 años explica la volatilidad de los precios en el sector con el ejemplo de un manuscrito con fórmulas de Albert Einstein que adquirió por 430.000 euros y revendió por 12 millones. «En el oficio eso se llama un ‘Chopin’. Compré algo enorme por un mendrugo de pan. Fue en 2001 en Nueva York. Mi suerte es que aquel día había en la sala de ventas vecina una gran subasta de cuadros impresionistas y nadie se interesó por los manuscritos científicos», recuerda.

La investigación sigue su lento curso. No hay detenciones, imputados ni querellantes. Tampoco juicio a la vista. Lhéritier se cree víctima de un complot. Ve en el manejo de los hilos la mano de los Archivos Nacionales, «con los que estamos en guerra desde que compramos las cartas manuscritas del general De Gaulle que ellos codiciaban». Aquellas 313 misivas, redactadas entre 1940 y 1942 en Londres por el jefe de la resistencia a la ocupación nazi, fueron adquiridas en 2011 por Aristophil en las mismas narices del Ministerio de Cultura. El Gobierno recurrió a los tribunales por entender que los históricos telegramas pertenecían al patrimonio nacional. El comprador alegó que De Gaulle no era todavía jefe del Estado y que por consiguiente se trataba de documentos privados. El 20 de noviembre de 2013 la justicia falló a favor del Estado. Si la sentencia es confirmada en marzo por el Tribunal de Apelación, Lhéritier tendrá que devolver los 313 mensajes gratuitamente.

Follow us on Social Media