Miércoles, 25 de enero. Salón de actos, 18:00. Asistencia libre y gratuita hasta completar aforo
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Sergio Ripoll. Laboratorio de Estudios Paleolíticos – UNED
Hasta hace unos pocos lustros se consideraba al arte rupestre paleolítico como una manifestación propia de lugares en permanente oscuridad, en cuevas profundas, donde las teorías mágicas propuestas por muchos investigadores adquirían una gran importancia dadas las propias características ambientales. Sin embargo, esta clásica concepción comenzó a verse alterada, en fechas relativamente recientes, por el descubrimiento de estaciones con arte rupestre paleolítico al aire libre, aunque tales representaciones fuera del mundo de las cuevas fueron consideradas como excepciones que contradecían objetivamente los pragmatismos al uso, de cómodo manejo, y que además entorpecían las grandes hipótesis interpretativas. Durante unos años, estos nuevos descubrimientos no gozaron de mayor relevancia que la de ser incorporados marginalmente en las diferentes puestas al día de los distintos autores.
Pero la realidad que ha terminado por imponerse es que actualmente se han convertido en un hecho cada día más abundante y extendido que nos obliga a replantearnos algunos conceptos. A estas alturas de la investigación, con numerosos descubrimientos de representaciones naturalistas en diferentes puntos tanto de la geografía peninsular como del Sur de Francia, parece llegado el momento de reivindicar la importancia y autenticidad de estas manifestaciones superopaleoliticas.