Jueves, 1 de diciembre. Salón de actos, 18:00. Asistencia libre y gratuita hasta completar aforo.
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María José López Grande. Profesora Titular de Arqueología, Universidad Autónoma de Madrid (UAM)
A medida que Howard Carter eliminaba las vendas que envolvían la momia de Tutankamon, y retiraba los restos resecos de ungüento que las apelmazaba, un buen número de amuletos fueron saliendo a la luz. Estos pequeños objetos, que habían sido dejados por los embalsamadores sobre el cadáver del rey, con la esperanza de que su fuerza mágica ayudara al difunto a existir eternamente, asombraron por su belleza y calidad a los investigadores que atendían aquel extraordinario hallazgo.
Howard Carter realizó una detallada documentación de estas piezas, proveyendo a los estudios e interesados de extraordinarios dibujos en los que se detalla la localización exacta que ocupaban sobre la momia. La sofisticación de las formas de estos pequeños objetos, que evocan a los dioses protectores y a los símbolos de su poder, así como la riqueza de los materiales en los que están elaborados, contribuyen a singularizar estos amuletos en el amplio repertorio de piezas similares que les son contemporáneas.
Como para otros muchos ejemplos que pueden señalarse en el rico tesoro que albergaba la tumba de Tutankhamon, los amuletos que protegían su momia resultan excepcionales por su diseño y calidad. Poseen, además, un rico valor simbólico que está claramente vinculado con algunos textos funerarios, y con otras manifestaciones del pensamiento religioso que imperaba en el antiguo Egipto.