Calificar a día de hoy de nuevas tecnologías la lectura de libros mediante cualquier soporte electrónico resulta, cuando menos chocante, pero no lo será tanto si consideramos que a esta fecha en España no hay aún un sistema público de lectura electrónica.
Algunas bibliotecas por su parte de forma individual, y ciertos sistemas regionales o subsistemas, dentro de éstos, ya han comenzado a prestar estos servicios, pero, casi siempre a modo de ensayo y de manera esporádica.
Por fin en el año 13 del siglo XXI el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte convocó un concurso administrativo para realizar el suministro de licencias de uso de libros electrónicos (e-books) con destino a su préstamo a través de las bibliotecas públicas del país.
Se ha establecido un plan piloto para su implantación que incluye a las comunidades autónomas de ARAGÓN, CASTILLA Y LEÓN, EXTREMADURA, LA RIOJA, MADRID y VALENCIA. Ni siquiera la mitad de las comunidades, ni la mitad del territorio, ni la mitad de la población; hay que ir poco a poco, a pasos lentos, pero seguros.
Por el momento se ha adquirido el 75% del fondo, unos 980 títulos, organizados y distribuidos mediante una clasificación “ad hoc”, que nada tiene que ver con la CDU que se utiliza en las bibliotecas y que vendrá impuesta por alguna exigencia comercial.
El 25% restante del catálogo será de selección particular de cada sistema regional, atendiendo a cuestiones como la propia lengua o la temática local. Ya se verá si este catálogo es suficiente o por el contrario parece ridículo.
Los usuarios de las bibliotecas públicas municipales se podrán beneficiar, pero habrá de ser a través de los servicios centrales de cada región, que en cada autonomía son distintos. Con esto resulta que las bibliotecas públicas municipales perderán identidad y presencia, incluso a nivel estadístico, en beneficio de los centros regionales, cuando las bibliotecas regionales, por lo general no realizan préstamo, “transfiriendo” sus lectores a los sistemas regionales.
Hay comunidades especialmente atrasadas, por ejemplo Madrid, que carecen de carnet único, entre otras cosas por carecer de catálogo colectivo y que ahora de pronto se ven obligadas a abordar aceleradamente todo aquello en lo que llevan tanto retraso.
Bienvenidos al siglo XXI.
José María Nogales Herrera
Vicepresidente de ANABAD