El caso de Manuel Azaña
El 3 de noviembre de 2020 se cumplieron 80 años del fallecimiento de Manuel Azaña (1880-1940) Enlace externo, se abre en ventana nueva. Hombre polifacético, fue un destacado intelectual y escritor; siendo para muchos uno de los mejores oradores de su época.
Como es sabido, su papel durante II República será central, ocupando diversos cargos, desde Ministro de Guerra y Presidente del Consejo de Ministros de 1931 a 1933, a Presidente de la República Española de 1936 a 1939. De esta última etapa se conservan en el CDMH diversos objetos, que pueden verse en Portal de Archivos Españoles Enlace externo, se abre en ventana nueva(PARES)
Para muchos fue el símbolo de la II República, sirvan como muestra estas palabras de Indalecio PrietoEnlace externo, se abre en ventana nueva: ”porque usted personifica la República que respetan los países no aliados de Franco” (Anso, Mariano “Yo fui ministro de Negrín”, 1976. Pág. 432). Y será esto lo que llevará al Régimen Franquista a intentar manipular su imagen para situarlo como la personificación del enemigo, al tiempo que lo perseguía a él y a su familia.
Sirva el caso de Azaña de ejemplo de lo que sufrieron todos aquellos que el franquismo consideró enemigos del nuevo orden: incautación de bienes, manipulación o la instauración de lo que el propio Azaña había definido como una “política de venganza y de exterminio” (Juliá, Santos “Persecución en el exilio”, 2017. Pág. 2)Enlace externo, se abre en ventana nueva
1. Comienza la guerra
Para Azaña, la guerra significó el fracaso de su intento de racionalizar la política española, la vida pública del país y hacer cumplir el respeto a la ley. Muchos historiadores están de acuerdo en indicar que la guerra supuso para el todavía presidente “una auténtica tragedia, un drama personal sin paliativos (…). No se sobrepone nunca y, sin embargo, se esfuerza por seguir razonando cuando la quiebra de la razón es absoluta” (Reig Tapia, Alberto “La Tragedia de Manuel Azaña”, 1988. Pág. 58Enlace externo, se abre en ventana nueva).
Ejemplo de ello son sus discursos durante este período. Así destaca el pronunciado en el Ayuntamiento de Barcelona el 18 de julio de 1938 que finaliza con las ya célebres palabras: “Paz, Piedad y Perdón”, con las que buscaba lanzar un mensaje de reconciliación y lograr una mediación internacional (archivo sonoro del discursoEnlace externo, se abre en ventana nueva)
Muchos de los discursos anteriores y algunas de sus obras literarias que se conservan en el CDMH, proceden de las requisas que los servicios de recuperación documental franquistas efectuaron en las diferentes sedes de la España republicana según avanzaba la guerra. Una relación de algunas de ellas las podemos ver en la Ficha que figura más abajo, perteneciente al Fichero General de los Servicios Documentales de Presidencia de Gobierno.
2. El exilio
Para muchos, Azaña había dado por perdida la guerra desde septiembre de 1936 cuando se impuso la política de no intervención. Por ello, cuando inicia su camino al exilio el 5 de febrero de 1939 acompañado de su familia, sabe que no volverá; presentando su dimisión como presidente de la República el 27 del mismo mes (ver pieza del mes de Diciembre del AHN)[Enlace externo, se abre en ventana nueva. Desde ese momento, el ya expresidente y su familia iniciarán un periplo por suelo francés (residirá sucesivamente en un pueblo de la Alta Sabaya, en la Embajada española en París, en Pyla-sur-mer y en Montauban), condicionado por el inicio de la II Guerra Mundial y la invasión alemana.
La situación de Azaña y su familia fue empeorando ante la amenaza que suponía la Gestapo y la presión del régimen franquista para llevarlo a suelo Español. Aunque no consiguió su extradición, presionó al régimen de Vichy para que no le permitiera moverse y así evitar su marcha a México. Prueba de ello, es el telegrama que sigue del Embajador Español J. Félix de Lequerica
Todo ello a pesar de que la actividad de Azaña en el exilio se centró en su obra literaria, y que su actividad política fue prácticamente nula, a lo cual habría que añadir que su salud se fue deteriorando considerablemente. O al menos esto es lo que se desprende de la correspondencia que mantiene durante esta época con diferentes personalidades, de la que traemos dos ejemplos pertenecientes al fondo Carlos EspláEnlace externo, se abre en ventana nueva . Destaca la relevancia política de la primera, pues en ella Azaña explica sus motivos para no firmar un manifiesto con el Lendakari Aguirre y el Presidente de la Generalitat, Companys, además de algunas impresiones sobre la República.
3. La “política de venganza”
En paralelo a la presión que el régimen ejercía en Francia sobre Azaña, el 31 de agosto de 1939 comienza la incoación de diversos procedimientos judiciales contra el expresidente y su familia a través del Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Madrid Enlace externo, se abre en ventana nueva, jurisdicción creada meses antes por la Ley de 9 de febrero de 1939 de Responsabilidades Políticas.
En la tramitación de este expediente nº 213/ 1939 (consultar expediente completo aquí) Enlace externo, se abre en ventana nuevacomienzan a sentarse las bases de todos los tópicos con los que posteriormente el régimen se referirá al expresidente. Así por ejemplo en un Informe de 1939 (ver imágenes 8 y 9 del expediente) podemos ver como entre otras muchas cosas se alude a defectos inconfesables que mostraría desde joven, como los socialista lo habría convertido en un mito representativo de la República o a su responsabilidad en el suceso de Casas Viejas. Se decidirá también el embargo de todos sus bienes en enero de 1940. La sentencia en firme no llegará hasta el 28 de abril de 1941, cuando se le declare culpable y se le imponga una multa.
En su cruzada contra la masonería, el régimen también irá incautándose y acumulando documentación procedente de logias y de miembros de las mismas en la denominada Sección Especial,Enlace externo, se abre en ventana nueva creando diferentes tipos de expedientes. En el caso concreto de Azaña, conservamos su expediente personal que consta de unos 30 documentos entre los que se mezclan documentación de logias, recortes de periódicos, solicitudes de antecedentes por diversos tribunales, denuncias contra su persona, etc.
En paralelo a lo anterior el régimen seguirá incautándose de toda la documentación posible sobre el ex-presidente, como será el caso de sus diarios (que dará origen al episodio conocido como “Cuadernos RobadosEnlace externo, se abre en ventana nueva”Enlace externo, se abre en ventana nueva Enlace externo, se abre en ventana nuevay su Archivo. De esto último tenemos constancia a través de un Expediente conservado en el centro, del que hemos extraído un Informe de 1940 donde se comunican los apartados en los que se ha organizado el archivo, si bien en el resto de documentación del expediente no se aclara cual será el paradero definitivo del conjunto.
Por último, se inicia un nuevo proceso ante el Tribunal Especial de la Represión de la Masonería y el Comunismo. En este caso, se le declarará culpable de los cargos pero será sobreseído por extinción de la responsabilidad penal al haber muerto el acusado.
4. Fallecimiento en el exilio
Azaña y su mujer pasaron sus últimos meses bajo protección de la delegación diplomática mexicana en el Hotel de Midi en Montauban evitando así un posible secuestro para ser llevado a España como les sucediera entre otros a su cuñado Cipriano Rivas CherifEnlace externo, se abre en ventana nueva
Finalmente y tras sufrir una recaída de un infarto cerebral, fallecía el 3 de noviembre de 1940. El entierro de carácter civil tuvo lugar dos días después y fue costeado por la delegación mexicana, mientras el gobierno de Pétain prohibía que se hiciera un funeral con honores de jefe de estado.
La repercusión de su muerte en la prensa no se hizo esperar. Por un lado, la prensa afín al régimen franquista centrará sus escritos en la cuestión religiosa contraponiendo su arrepentimiento final con su política anticlerical a modo de moraleja. Mientras la prensa afín a la República se centrará en poner en valor su figura.
“(…) más tarde o más pronto se hablaría de nuevo de él, despojado de la idolatría incondicional de algunos y del odio feroz de otros, tendría su lugar en la historia”
(Santos Juliá “Vida y tiempo de Manuel Azaña”, 2009. Pág. 468Enlace externo, se abre en ventana nueva)