La colección Medina Sidonia se abre al mundo

“Las letras del documento son como los pelos de mi perro”. Luisa Isabel Álvarez de Toledo, XXI duquesa de Medina Sidonia, soñaba con digitalizar y universalizar en la Red el inmenso archivo histórico que ella misma había ordenado. Por el año 2000 pedía —lo hizo hasta a Bill Gates por carta— que le diesen una máquina fotográfica con suficiente resolución y un soporte “imperecedero”. Pero falleció en 2008 sin ver cumplido su deseo. Finalmente, la primera gran digitalización de una de las colecciones documentales privadas más importantes de Europa ha comenzado cuando se cumplen 60 años desde que la noble la creó.

“Isabel estaría feliz”, asegura Liliane Dahlmann, viuda de Álvarez de Toledo y presidenta de la Fundación Casa de Medina Sidonia, que hoy gestiona un legado documental de 6.316 legajos y casi mil años de antigüedad. Justo bajo el cuadro figurativo que representa a la llamada Duquesa roja como la mujer contestataria y libre que consiguió ser al final de su vida, tres archiveros se afanan desde principios de año en la descripción y digitalización de los primeros 500 grupos de documentos. Es la primera gran reproducción que se hace en el archivo desde que Álvarez de Toledo comenzó a ordenarlo en 1960. “Un paso de gigantes”, añade la también directora-conservadora del archivo, radicado en la última planta del palacio de los Guzmanes de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).

Mercedes Ramírez es una de las técnicas que forma parte de este hito, capitaneado por la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, uno de los patronos de la fundación. “Abrimos cada legajo, describimos los documentos según la norma internacional, los digitalizamos y se vuelven a colocar en su sitio”, resume la archivera de Vinfra, la empresa que se ha hecho con el contrato de 178.528 euros que costará esta primera fase. La partida garantiza la presencia de los archiveros en el palacio de los Medina Sidonia hasta finales de año, aunque la promesa es mantener el proyecto un mínimo de cinco años, hasta completar el proceso.

Por la mesa de los archiveros pasarán documentos de los siglos XVI al XIX, lapso que engloba este primer medio millar de legajos, procedentes del fondo del Marquesado de los Vélez y de los Villafranca. “En su mayoría se trata de correspondencia con la Administración o con el Rey”, explica Dahlmann. Y, en apenas 30 días de trabajo, ya han aparecido sorpresas, como una relación de 1748 en la que se describen las personas que ejercieron el empleo de aposentador del palacio desde 1660 y donde resalta el nombre del pintor Diego Velázquez (Sevilla, 1599-Madrid, 1660). También hay un bello listado de las yeguadas andaluzas, con el dibujo de sus respectivos hierros, realizado en 1772.

El equipo es capaz de describir aproximadamente dos legajos por jornada. En el interior de cada uno, le aguardan “cuatro o cinco unidades de documentos con, aproximadamente, un máximo de 500 páginas”, según la también técnico Graciela Jordán. Esas hojas ya amarilleadas por los siglos se convierten en “unas 800 imágenes”, contabiliza Adrián Pizanos, el encargado de la digitalización. El resultado del trabajo se revisará en Madrid. El precoz deseo de la Duquesa roja, los pelos de su perro, reproducidos al fin en un soporte que garantiza “que perdure y no se pierda”, como dice aliviada la presidenta de la fundación.

Libre y gratuito

Pero la conversión digital alegra aún más a Dahlmann porque siente que, por fin, se está cumpliendo el deseo de su esposa: “Ella quería que todo el archivo fuese libre, gratuito y abierto, tanto para la comunidad científica, como para el hombre de la calle”. Es justo lo que ocurrirá con los cientos de miles de documentos que pasarán a estar accesibles en un futuro apartado de la web de la fundación, en la del Archivo General de Andalucía (AGA) y en el Portal de Archivos Españoles (PARES). Esta difusión “duplicará”, según cálculos de la presidenta, el número de trabajos de investigación o tesis doctorales que encuentran en el Archivo General Fundación Casa Medina Sidonia valiosa información sobre las formas de vida del pasado.

Los trabajos de este año apenas tocarán un 8% del total de un archivo que arranca en 1158 —de cuando data su documento más antiguo— y que Álvarez de Toledo rescató de un húmedo trastero de Madrid para catalogarlo. El legado de la duquesa roja quedó en unos estantes de pino canadiense realizados con la madera de las cajas con las que los americanos llevaron su maquinaria a la Base Naval de Rota. Estaba ordenado escrupulosamente. Dahlmann no puede evitar verse en el espejo de quien quiso y admiró a partes iguales. “Si ella pudo catalogarlo en menos de 10 años, nosotros lo conseguiremos en menos. Eso espero. Esta es la democratización de la cultura. Cuanta más información tenga la sociedad, más podrá luchar por su libertad”