En el Centre Pompidou de Málaga
Exposición: “Henri Matisse. Un país nuevo”
Hasta el día 9 de junio de 2019
Hasta el día 9 del presente mes de junio, puede ser visitada la exposición “Henri Matisse. Un país nuevo”, en el Centre Pompidou de Málaga. Fue inaugurada el día 6 del pasado mes de marzo.
Durante más de sesenta años, Henri Matisse produjo una obra que revolucionó la mirada moderna y que lo situó entre los artistas más destacados del siglo XX. Matisse expresa su arte a través de una gran variedad de técnicas en las que profundiza incansablemente: pintura, dibujo, escultura, libros ilustrados… hasta su singular invento de papeles recortados que realizó al final de su vida con gran repercusión artística.
La exposición
Esta exposición destaca la dimensión experimental de la obra y traza el recorrido de este artista fundamental de la modernidad en seis secuencias cronológicas. Desde sus inicios hacia 1900, a la sombra de los maestros, pasando por su recorrido solitario y radical de los años 1904-1917, la “caja de luz” de sus años en Niza, el lenguaje moderno de la década de 1930 hasta los interiores de Vence y la capilla del Rosario, la carrera artística de Henri Matisse está salpicada de obras maestras, unos nuevos signos a los que el artista aspiraba y que ahora se han vuelto universales.
Exposición HENRI MATISSE. UN PAÍS NUEVO, en el Centre Pompidou Málaga
1.- Con y contra los maestros. Inicios y rupturas (1900- 1903)
Tras unos años como ayudante de notario en su norte natal, Matisse afirma su vocación como pintor contra la autoridad paterna. En 1891, con veintidós años, se muda a Paris y comienza un largo aprendizaje artístico: primero en la Académie Julian y la École des Arts Décoratifs, donde recibe una educación académica que considera demasiado rígida, y, finalmente, en el taller de Gustave Moreau, en la École des Beaux- Arts, donde forja su propia identidad. Durante sus años de formación, Matisse sigue copiando a los maestros del Louvre, pero la libertad inculcada por Moreau refuerza su temperamento obstinado y rebelde. Aprende el tratamiento del color y de la luz acentuada de Turner y Van Gogh y, desde 1899, la obra de Cézanne le libera de su últimos gestos académicos. Asimismo, desde 1899 la escultura acompaña también su evolución artística y alimentará su investigación pictórica a lo largo de toda su vida.
2.-“Medios más simples. El periplo fauve y “primitivo” (1905-1909)
En 1904, Matisse se acerca al divisionismo de Paul Signac, pero enseguida ve los límites de este método pictórico que impide la comunicación entre el dibujo y el color. El verano de 1905 pasado en Collioure, cerca de la frontera española, es decisivo en su conquista del color. Ese mismo año, expone sus obras en el Salón de Otoño junto a Derain, Marquet o Manguin. Este grupo de jóvenes pintores denominados como “fauvistas” (del francés fauve, fiera, salvaje) escandaliza con su “orgía de colores puros”. Pese a las severas críticas de la prensa, Matisse va aún más lejos en sus experimentos pictóricos radicales. Durante el punto de inflexión que suponen los años 1904- 1906, se aleja de la imitación de la naturaleza para centrarse en la expresión de un sentimiento. El descubrimiento de la estatuaria africana influye en este cambio y le lleva a simplificar las leneas. A partir de 1907, Matisse explora la noción de lo decorativo- primordial en su viaje artístico- enriquecido por su conocimiento de Oriente, sus viajes a Argelia y Marruecos, y la artesanía de esos lugares. Mediante esta investigación, borra la dualidad entre figura y fondo, demostrando que todos los elementos de la pintura deben participar en su expresividad.
3.- La apuesta por la radicalidad. Retratos y figuras (1909-1917)
En los retratos pintados, dibujados o esculpidos de este periodo, Matisse prosigue su búsqueda de una línea expresiva y confirma la dimensión analítica de su obra. El tema principal de Matisse, que vertebra toda su producción artística, sigue siendo la figura, ya sea individualizada o simplificada a un “signo plástico”. A finales de 1916, Matisse reintroduce el modelo en su pintura y ve en la colaboración con sus modelos “el foco de su energía”. A partir de 1914, recurre constantemente al negro, que considera un color absoluto. Este color intenso- el famoso “negro luz”- prevalece en algunos de sus retratos más radicales. En el invierno de 1917, el artista descubre Niza y la luz mediterránea, una auténtica revelación para este norteño. A partir de entonces vive a caballo entre Niza e Issy-les-Moulineaux, cerca de París. Un nuevo ciclo comienza a final de la Primera Guerra Mundial, en 1918, una especie de tregua tras más de una década de experimentación radical.
4.- Niza. Interiores, figuras (1917- 1929)
A partir de su estancia en Niza, durante la primera mitad de 1918, la pintura de Matisse experimenta un cambio profundo que abraza el modelado aprovechando la suave luz del taller de Niza. El tema de la ventana y el cuerpo femenino aparecen incansablemente en su obra durante los años 1920. Matisse transforma sus modelos en odaliscas orientales adornadas con las coloridas vestimentas que colecciona. Ahora lo que le preocupa al artista es la inserción del cuerpo en volumen dentro de un fondo decorativo concebido como una imagen pura. El final de la década de 1920 marca una crisis de inspiración en que Matisse se cuestiona su arte, como hace siempre de forma cíclica.
5.- Modernidades. Los años 1930
El año 1930 está marcado por una producción lenta, pero un deseo de viajar. Matisse embarca a Nueva York y a Tahití, de donde vuelve renovado. De 1931 a 1933, se dedica a dibujar, realizar grabados para libros y, en particular, al encargo del médico estadounidense Alfred Barnes: un mural para su mansión en Merion, Pensilvania. Matisse prepara entonces La Danse (La danza), para la que utiliza por primera vez la técnica de los papeles recortados. Su investigación para esta “pintura arquitectónica” se centra en el equilibrio de la composición, la línea arabesca, la estilización extrema de los cuerpos y la relación entre los colores rosa y azul. Prosigue con la pintura de caballete, que retorna a partir de 1935, en particular con su modelo Lydia Detectorskaya. Matisse fotografía entonces los estados sucesivos de sus pinturas para analizarlas mejor y enriquecer su reflexión plástica. Esta documentación permite asimismo descubrir el largo y complejo proceso de realización de sus lienzos así como las batallas que le llevan a simplificar los trazos y la composición.
6. Una habitación propia. Vence, los últimos interiores
Durante la Segunda Guerra Mundial, Matisse se muda a Vence, cerca de Niza, a la villa Le Rêve, rodeada por un exuberante jardín. En 1941, sobrevive a una importante intervención quirúrgica. Ya con nueva energía trabaja incansablemente y experimenta con varias técnicas, incluidos los papeles recortados que le permiten “dibujar directamente en color”. Entre 1946 y 1948, emprende su última gran serie de pinturas llamadas interiores de Vence, donde mezcla bodegones, paisajes e interiores. Las pinturas de este periodo están marcadas por la relación entre la línea y el color, que crean un espacio totalmente unificado. De vuelta a Niza en 1949, se sumerge en la realización de un gran proyecto de encargo, la capilla del Rosario de Vence, que para él será “el fruto de toda una vida de trabajo”. Diseña la decoración completa de la capilla siguiendo su singular invento de papeles pintados al gouache y recortados. Así, con los reflejos las vidrieras de colores vivos sobre los dibujos en blanco y negro de las cerámicas murales, Matisse se encuentra al final de su vida el anhelado equilibrio entre el dibujo y el color.
José Belló Aliaga