El Centro Simón Wiesenthal accede a detalles de transferencias sospechosas de lavado de fondos saqueados a los judíos
Fue un hallazgo fortuito. Cuando revolvía papeles en el sótano de un viejo edificio en Buenos Aires, un investigador descubrió un documento con los nombres de 12.000 simpatizantes locales del nazismo. En el encabezado del documento decía “Congreso de la Nación Argentina”. Sin esperarlo, Pedro Filipuzzi se había topado con una investigación oficial sobre las transferencias que simpatizantes nazis radicados en Argentina realizaron a bancos suizos durante la primera etapa del Tercer Reich. El Centro Simon Wiesenthal recibió el documento de manos de Filipuzzi y reclamó al banco Credit Suisse que abra los archivos de esas cuentas, que están “latentes” desde el final de la Segunda Guerra Mundial. “Creemos que llevan dinero saqueado de las víctimas judías”, ha dicho el centro en un comunicado.
El listado, realizado entre 1941 y 1943 por una comisión especial ordenada por el presidente antinazi Roberto Ortiz, se creía perdido para siempre. A mediados de 1943, el nuevo Gobierno del dictador germanófilo Pedro Pablo Ramírez ordenó cerrar la comisión y quemar el documento con los 12.000 nombres. Pero no sabía que una copia estaba oculta en los sótanos de un antiguo banco alemán. Casi 80 años después, el hallazgo de aquel listado permitió al Centro Simon Wiesenthal reconstruir la ruta del dinero nazi en el país sudamericano.
La hipótesis es que el dinero alemán expoliado a los judíos llegó a Argentina para financiar negocios lícitos de empresarios pronazis. Parte de esas inversiones volvieron más tarde a Europa, a través del banco suizo Schweizerische Kreditanstalt, hoy llamado Credit Suisse. “Estas cuentas incluían desde empresas alemanas tales como IG Farben (el proveedor de gas Zyklon-B, utilizado para exterminar judíos y otras víctimas del nazismo), hasta organismos financieros como el Banco Alemán Transatlántico y el Banco Germánico de América del Sur. Estos dos bancos, aparentemente, sirvieron para la realización de las transferencias nazis camino a Suiza”, ha explicado Shimon Samuels, director de relaciones internacionales del Centro Simon Wiesenthal.
Eran tiempos en que la presencia nazi en Buenos Aires no se ocultaba. En 1938, el estadio Luna Park, el más grande de su tipo en Buenos Aires, albergó una masiva celebración con grandes esvásticas y discursos a favor de Adolf Hitler. La comisión investigadora del Congreso reportó entonces que la organización exterior del Partido Nacional Socialista Alemán en Buenos Aires con unos 1.400 miembros, a los que había que sumar 12.000 afiliados a la Unión Alemana de Gremios y otros 8.000 en organizaciones nazis locales.
Cuando estalló la guerra, Hitler ya no pudo cambiar los marcos alemanes a dólares. Y encontró en Argentina un lugar apto para ello. La moneda alemana llegaba a Buenos Aires, se cambiaba a divisa y volvía a Europa a través del banco suizo Schweizerische Kreditanstalt. “No todas las 12.000 personas que figuran en esa lista era gente que trianguló dinero nazi a Alemania, pero toda la gente que trianguló está en esa lista”, aclara Ariel Gelblung, director para América Latina del Centro Wiesenthal. Gelblung dice que no es posible calcular sin datos concretos la cantidad de dinero depositado en las cuentas bajo sospecha, pero advierte de que fueron esos dólares los que sirvieron de capital inicial al Credit Suisse, heredero del Schweizerische Kreditanstalt tras el fin de la guerra.
El Centro Simon Wiesenthal ha enviado una carta al vicepresidente del Credit Suisse, Christian Küng, en la que le pide que abra los archivos del banco relacionados con el documento encontrado en Buenos Aires. “Creemos que es muy probable que estas cuentas inactivas contengan dinero saqueado a las víctimas judías, bajo las leyes de arianización de Núremberg de la década de 1930”, dice el texto que recibió Küng. “Esperamos que esta historia y los activos de estos 12.000 nazis sean vistos de manera diferente, por el buen nombre de Credit Suisse”, concluye el Centro Wiesenthal.
El banco suizo no ha respondido hasta ahora a la petición del centro. “Hoy sabemos que hay herederos de esos que tenían las cuentas que quieren recuperar el dinero. Pero antes el banco tiene que abrir sus archivos para que podamos revisar el origen de esos fondos. El crecimiento exponencial de los depósitos coincidió con el expolio nazi a los judíos”, advierte Gelblung.